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El trabajo bien hecho > Norberto Chijeb

Aunque algunos se empeñen en seguir dividiendo, en mantenerse aislados en las atalayas de sus reinos de taifas, el baloncesto tinerfeño está hoy, de nuevo, de enhorabuena. Diez años después recupera la Liga ACB y lo ha hecho a través de un proyecto capaz de llenar el Santiago Martín, esa cancha que lleva el nombre de quien fuera el presidente de la etapa más gloriosa de un club que, aunque con distinto CIF, sigue siendo el Canarias de toda la vida, ese que hoy regresa, 21 años después, a la élite del baloncesto español, tras el descenso (mayo 1991) en Ferrol.

Hablo del baloncesto tinerfeño, porque ya fuera el Náutico de los sesenta, el Canarias de los ochenta o el Tenerife de la pasada década, siempre he entendido que cualquiera de ellos, en la élite, nos representaba a todos y ese, y no otro, debe ser el mensaje que debemos haber aprendido para no seguir pisándonos la manguera. Sin embargo, hoy el Canarias ha ascendido, al menos deportivamente, que debe ser lo que importa, sin la ayuda del que se suponía le iba a dar el oxígeno económico con la sociedad anónima deportiva y el canon de ACB.

Pese a los intentos del Cabildo -Dámaso Arteaga se estará dando cabezazos contra la pared-, el proyecto de convergencia y el llamado Isla de Tenerife Canarias está ahora suspendido y camino de su defunción, porque el real motivo de su creación -poder utilizar el pasado ACB del Tenerife Baloncesto, SAD- no va a ser posible, perdiéndose con ello no solo una buena oportunidad de ahorro económico a nuestras instituciones públicas -ahora en la encrucijada de tener que apoyar un ascenso tan labrado sobre la cancha- sino también la mejor oportunidad para encontrar entre las aficiones canaristas y tinerfeñistas un nexo de unión que se nos sigue resistiendo.

Como grande ha sido el trabajo de Félix Hernández, Aniano Cabrera y Alejandro Martínez, al frente de la directiva, gerencia y cuerpo técnico, quienes durante ocho años, han sabido, con paciencia, mucha paciencia, sembrar semillas para culminar con la cosecha más deseada. El premio al trabajo bien hecho.