MEGÁFONO > LA MONTAÑA (III)

Ellas mandan en los fogones

LUIS F. FEBLES | Los Realejos

El cariño con el que se mece un potaje con gofio, el arte de salpimentar una buena carne de fiesta y la redención que ofrece un vaso de vino se condensan en el libro de recetas de dos admirables vecinas de La Montaña, Queti Mesa Méndez y Charo García Álamo, ambas, propietarias de El guachinche de Queti y Las Galanas, respectivamente.

Ellas tiran del carro, tienen el timón de mando y son respetadas por todos; ponen el primer vaso de vino y también deciden cuándo se ofrece el último. En la parte baja de sus respectivas casas tienen localizado su cuarteles de operaciones particulares, con sus fogones y barriles para el vino. En el guachinche de Queti se bebe blanco, procedente de los terrenos que tienen en La Cruz Santa y trabajan sus hijos.

Para comer, la carne de fiesta es un auténtico homenaje a los sentidos, sin contar con su rica carne desmechada y sus garbanzas. Mesa abre su guachinche los meses que dura el vino, entre cinco y seis. “Solemos sacar al año aproximadamente unos 5.000 litros. Este año estuvo mejor que el pasado, pero tampoco ha sido abundante”, dice.

A Las Galanas, como se conoce al guachinche que lleva Charo García, sus 26 años de servicio lo avalan como una garantía para el buen comer, amén de los clientes que vienen de Santa Cruz y del Sur de la Isla. Su vino es tinto, procedente también de la Cruz Santa, y su especialidad es el pescado, principalmente cherne o salado. También el potaje y el suculento escaldón se hacen un hueco en su carta. “Aquí somos una familia, vienen a echarse una perra vino y, si tienen ganas de comer, les saco una papita con un poco de pescado o lo que quieran; aquí nos enteramos de todo lo que pasa en el barrio”, cuenta.

Clientela foránea

Aunque su negocio “no es para hacerse rico”, tiene una clientela fija a la que se suma la de otros municipios cercanos. La frase más frecuente es: “Vamos a echarnos un vaso vino con papas a casa La Galana”. García se lamenta del alto paro que existe en La Montaña. “Al bar viene mucha gente que por mala fortuna no tiene trabajo; es un problema importante en la zona”, subraya la misma fuente.

Dicen los vecinos que el vino de La Galana no deja dolor de cabeza. Como recita uno de ellos mientras eleva su vaso en el guachinche: “Anoche me bebí un litro y me levanté como nuevo, qué bueno es el vino de Charo”.

Estas señoras, que representan gran parte de la idiosincrasia luchadora del barrio, coinciden al señalar que, como “su montañita querida, no hay nada”. Ambas se despiden mientras remueven un oloroso caldero de garbanzas listo para servir.