MEGÁFONO > LAS ERAS (III)

Faustino, memoria de pionero

NORBERTO CHIJEB | Fasnia

Es uno de los representantes de la familia pionera en Las Eras, donde su abuela, sus padres y su tío vivían en unas cuevas cerca del barranco de Las Carretas, en los años treinta. Faustino Rodríguez Díaz, de 82 años, tercero de ocho hermanos, miembro de la numerosa familia de Los Floreros, es todo un personaje en el pueblo, sobre todo porque fue quien puso el primer bar, justo en la playa, vendiendo buen pescado fresco durante 27 años, mucho pescado con sus propias manos. “Hoy en día, con lo que se pesca, es impensable mantener un negocio así”, afirma con desconsuelo.

Recuerda Faustino, siempre soltero -“y muy bien, por cierto”, afirma-, que “cuando llegó la autopista entulló nuestra cueva, nos dieron un dinero y con ello monté el bar”, que hoy ya está cerrado, aunque mantiene su estructura en la zona de Arico, una de las partes que en su tiempo pudo estar afectado por la Ley de Costas, que hoy ya ha superado todo el barrio ariquero-fasniero.

Fundadores

Como algunos de sus vecinos, este viejo pescador se queja de la falta de un puente peatonal sobre el barranco de La Linde y de un ascensor en el centro cultural. Faustino recuerda que no pudo ir a la escuela por la lejanía y que desde muy pequeño llevaba el pescado en la cabeza hasta el centro de Arico.

Desde su atalaya, en aquel pequeño bar que regentó como auténtica embajada de Las Eras, ha sido testigo de cómo ha ido variando el paisaje del pequeño barrio que en su día fundaron su abuela, sus padres, Miguel y María, y su tío Agustín.

Agradece las mejoras, sobre todo con el dinero llegado desde Venezuela, pero relata con añoranza que “con el crecimiento también ha venido la contaminación y la explotación del mar, donde se han esquilmado los criaderos de peces de las cuevas, se ven muy pocas lapas y los sebadales que se veían a treinta metros ya no aparecen”. “En los fondos no hay, como hace años, alfombras de musgos y quedan muy poco ejemplares de viejas, abades, meros, sargos, salmonetes o galanas. La pesca aquí ha pasado a mejor vida”, afirma un hombre que se ha dedicado toda la vida a sacar frutos del mar y que por buen carácter y su facilidad para hablar, a pesar de no tener estudios, es considerado por todos como el verdadero alcalde pedáneo del núcleo de Las Eras, su pueblo de toda la vida.

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El velero ‘La Carlota’ y los emigrantes

Faustino Rodríguez tiene muchas historias que contar, pero él recuerda sobre todo aquella que protagonizó en 1949, cuando tenía 19 años, y unos jóvenes como él le pidieron ayuda para que les acercara, en una pequeña embarcación hasta el velero La Carlota, que, sin motor, venía de La Palma con destino a Venezuela. Faustino, de noche, tratando de evitar a la Guardia Civil, escondió a aquellos 22 jóvenes hasta que les trasladó al interior del velero, aunque de regreso le esperaban “los guindillas, por lo que tuve que irme más al sur para evitar que me dispararan”, recordando que entonces la emigración estaba prohibida. Los jóvenes, entre plegarias, prometieron mandarle los primeros ahorros a la Virgen si llegaban a buen puerto. Y así se hizo, con la construcción de una capilla, junto a la plaza, enfrente justo de la casita de Faustino Rodríguez Díaz.

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