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Gracias Bis y hasta siempre> María José Hernández Bilbao

Querido Bis, con el corazón encogido y con la más absoluta de las tristezas nos quedamos todos al enteramos de lo ocurrido el pasado fin de semana. No nos lo podíamos creer y durante horas mostramos cierto rechazo a la noticia, movidos quizá por puro egoísmo para retrasar el dolor que acompaña siempre la pérdida de un conocido, en este caso un amigo.

Sin saberlo, muchas personas nos acordamos las unas de las otras durante la tarde del domingo y en nuestros pensamientos se fueron colando recuerdos cuyo nexo principal eras tú. Desde tu amplia sonrisa (visual y sonora) hasta tu modus operandi sobre como afrontabas las vicisitudes de la vida cotidiana. Siempre con una actitud contagiosa.

Me refiero a personas que, en cierto sentido, hemos crecido en el mismo entorno y compartido contigo momentos muy agradables. Desde los pupitres o el inmenso patio de La Aneja hasta los viejos bancos de piedra de la plaza de los patos, cuyos suelos quedaban un tanto desfavorecidos por tanta cáscara de pipa.

Otros hemos tenido la suerte de compartir más cosas y prolongarlas con los años. Ahora nos pesa que nos hayamos distanciado un poco durante los últimos años, tu por haberte ido a La Palma y el resto por aquello de los trabajos, hijos y demás menesteres que nos ocupan más de lo que a veces deseamos.

A nadie se le escapa el hecho de que la pérdida de un ser querido es una fatalidad donde las haya y si encima hay que añadir que hablamos de una persona buena, la cosa se pone peor porque genera sentimientos de rabia. Más bien es frustración por ser incapaz de modificar los acontecimientos.

Entre tanto desasosiego, se da la circunstancia de que a algunas personas, sobre todo los que rondamos los cuarenta, nos entró sobre la marcha unas dudas y unos miedos que se mezclaban entre lágrimas y débiles sonrisas cuando comentábamos lo ocurrido.

Conscientes de lo efímera que llega a ser la vida, de que hoy estamos aquí y mañana vaya usted a saber, fuimos más vulnerables que otras veces y cada uno se encargó de poner al día sus prioridades, por lo menos durante un rato. Ya sabemos lo que ocurre luego, el quehacer diario nos inunda de nuevo y tendemos a olvidar lo que realmente es importante. En fin, que les voy a contar que no sepamos todos.

En cuanto a tu familia, me gustaría recordarles y por qué no, darles las gracias por haber contribuido a que fueses como eras (creo que nunca está de más). Está claro que uno se va haciendo poco a poco pero aquello que trasmiten los padres (aunque estos crean que ha sido poco o mucho según el caso) dice mucho de lo que somos.

Sobre tus amigos, también culpable en cierta medida de lo que has sido, decirte que ojalá fueras consciente de toda la gente que te quiere y valora tanto en lo personal como en lo profesional. Espero que sí. Me consta que el ámbito musical ya está orquestando maniobras para recordar tu aportación a la música canaria.

Los que no pertenecemos al mundo de la música, poco podemos aportar aquí y tal vez haya sido este el motivo por el que me he atrevido a escribirte estas palabras y contribuir con mi granito de arena a todos los que nos resistimos a que te escapes de nuestros pensamientos.

chehbll@yahoo.es

Pues eso Bis, muchas gracias y hasta siempre amigo.