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Grandes mentiras > Francisco Pomares

La mayoría de la gente cobra por hacer un trabajo, pero hay quien cobra por hacer el ridículo y no inmutarse. Se ha lucido Martín Marrero con su última aportación al conocimiento de los misterios insondables del malgobierno de esta región: el portavoz ha asegurado que el viaje del presidente Rivero a Marruecos y su entrevista con Mohamed VI han servido para desmontar la “gran mentira” del Gobierno español y de Repsol sobre las prospecciones. Es sin duda una divertida interpretación.

Lo cierto es que del viaje de Rivero solo sabemos lo que el propio Rivero nos ha contado de su breve conversación -probablemente protocolaria- con el monarca alauita. Si es cierto -como nos ha dicho Rivero- que se habló del petróleo, y es también cierto que el rey de Marruecos le contó que ellos no van a comerse un higo en sus propias prospecciones, porque no hay nada ahí debajo, lo primero que habría que preguntarse es por qué Repsol y el ministro Soria tienen tanto interés en ponerse a taladrar.

A veces, cuando están enzarzados en sus peleítas de patio de monipodio, los argumentos que se nos ofrecen los políticos son estúpidos. Deben creer que la ciudadanía se traga lo que le echen. Marrero está tan acostumbrado a largar propaganda todas las semanas que no se arredra: la visita institucional del Gobierno canario al país vecino habría servido, nos asegura, para desmontar los argumentos y la propaganda del Gobierno de España y de Repsol sobre la necesidad de “acelerar” las prospecciones frente a las costas canarias, para adelantarse así a la extracción de crudo por parte de Marruecos. Ahora, gracias a Rivero “se ha demostrado que eso es una mentira, una gran mentira”, una excusa para acelerar las prospecciones exploratorias en las costas del Archipiélago.

Poner acento dramático sobre una tontería no cambia la esencia del asunto: sigue siendo una tontería. Parafraseando a Forrest Gump: “algo que dice un tonto”.

En realidad, lo único que ha demostrado el viaje de Rivero a Marruecos es que el objetivo del presidente al ir a Marruecos era liarla con el petróleo. Y para hacerlo, no le ha importado pasarse por el arco del triunfo la lealtad institucional y las competencias exclusivas del Estado.

No sé si existen medidas para llamar al orden al Presidente de un Gobierno regional cuando se excede en sus atribuciones, pero sí existen, éste es sin duda un caso de libro.