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Javier Ayuso > Luis Ortega

Por visibilidad y vulnerabilidad de la presa, en las horas de marasmo que caen sobre los Borbones españoles, las miradas y los tiros apuntan al jefe de Comunicación de la Casa Real -según Jaime Peñafiel, que, al margen de fobias, sabe todo sobre apariencias y trastiendas de las testas coronadas, la denominación de jefe de Prensa no le gustaba a Javier Ayuso-, al que, seguramente, no lo advirtieron de que, además de las técnicas de la información, necesitaba habilidades de prestidigitador, creación de ilusiones colectivas y viajes en el tiempo. A la pasión por los negocios del yerno Urdangarín, que tienen un amplio recorrido -según parece su suegro le exigió que desistiera de las prácticas comisionistas desde 2006, y como si lloviera-, y a la espera de unos inciertos procedimientos judiciales, engordados con periódicas apariciones de nuevas cuentas en la opaca Suiza, se une un desgraciado incidente con una escopeta que hirió a Froilán Marichalar de Borbón en un pie, bajo sospechas de imprudencia paterna y de vulneración de normas sobre armas y menores; y como epílogo de este incidente, un viaje del monarca -desconocido por el gobierno- que acabó, curiosamente, el 14 de abril -con el regreso en un avión privado- desde Botsuana, donde desde principio de semana se dedicó a la caza de elefantes -y con una fractura triple de cadera de la que fue operado con éxito esa misma noche. La escabrosa situación económica, los recortes continuos y las fricciones entre las autonomías y el Gobierno central por este motivo engrosan el asunto, tanto en los medios convencionales como en las redes sociales, que, en una reacción sin precedentes, dedica rudas críticas a una institución que, en las últimas consultas del CIS, revela una alarmante caída de popularidad de la regia familia, de la que tampoco se libra la reina Sofía, ausente en Grecia, donde siguió los ritos de la pascua ortodoxa. Conocida la fidelidad del rey a sus viejos gustos, no deberíamos asombrarnos por lo ocurrido; y al Gobierno, por lo que parece, tampoco le interesó demasiado conocer el paradero del soberano hasta su accidentado regreso. En ese clima no extraña que ya se anuncie en la cartelera madrileña el estreno de una obra de Jesús Lázaro, titulada El duque y el rey, inspirada en un proceso que no ha dado sino sus primeros pasos. El protagonista, alter ego del duque de Palma, se llama Sukain en la ficción, donde también aparecen, como personajes ficticios, las figuras centrales de la Casa Real. Ya ven, mucho trabajo para Ayuso.