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Juegos reunidos Geyper > Ramiro Cuende Tascón

Hace unos días me desperté sobresaltado, rodeado de los entrañables Juegos Reunidos. A decir verdad, llevo algo de tiempo inserto e inmerso en un mar de dudas, al borde de la cama. Para que me entiendan, nada grave o así, más bien un desconcierto existencial. La cuenta regular tirando a mal; la familia bien, me sorprende siempre -la comunión de las gemelas, el corazón de Ángel, las complejas adolescencias, las alegres infancias, las experimentadas abuelas elegantes y el resto: ¿qué quieren que les diga que no sepan?-, el trabajo escaso, el despacho con el tormentín puesto y la mayor rizada, los amigos sagrados, la novia superlativa, la vida bella y real como ella misma, y el ánimo marinero.

Empiezo a comprender lo de la vida online, no es ni más ni menos que lo que antes llamábamos “vivir al día” o lo que es lo mismo en tiempo real. Absorto en este soliloquio me acordé de las cosas que me sorprendían de pequeño. Recuerdo una caja en la que había en muchas cosas, que contenía toda suerte de juegos injugables, para terminar jugando siempre a lo mismo, al parchís o a La Oca.

Hace días escuché unas declaraciones de González sobre el camino por el que andamos que me recordaron con horror a las escaleras del juego de La Oca. Lo decía Felipe González en Sevilla: “Dígannos cuándo termina el camino y empieza el crecimiento”.

Los Geyper eran -un casino en miniatura-, como lo es Europa hoy. Una especie de todo en uno, con castas, como en los casinos que se precian. Hoy los juegos reunidos incluyen junto al ajedrez, el parchís, La Oca y otros, el Merkozí con sus deudas, sus euros, sus primas únicas, sus recortes, sus dados y sus sorpresas de cada día. Todo perfectamente desordenado gracias a los comportamientos de los ultraliberales de toda la vida, que, lejos de purgar por sus errores, nos tienen cogidos por dicha sean las partes. El Merkozí es un juego de rol, en el que los papeles principales los encarnan: una salchicha, la picantona frau Mer Pimmelwurts de Aachen, y un resabiado pequeñín con alzas Mesie Kozi, burda representación de Asterix el héroe de la Galia. Al que, por cierto, el domingo pasado los franceses le sacaron tarjeta amarilla, espero que en 15 días la roja.

Según va la partida, el enfermo europeo tiene un tumor grave -crecimiento y empleo-, pero el equipo médico de frau Pimmelwurts solo ve el sobrepeso -déficit y deuda-. Y, claro, la reducción dramática de la dieta del paciente ha agravado el jamás abordado mal primario. A ello han contribuido intereses pecuniarios -los odiosos mercados-, el fundamentalismo ideológico neoliberal -cuanto menos Estado, mejor- y las obsesiones contables alemanas -mínima inflación y déficit cero-. Imposible.

Por favor, que nadie le quite su goce de vivir.