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La ciudad llora la pérdida de los dos jóvenes fallecidos en Bolivia

Imagen de archivo del Club Deportivo Puerto Cruz con Rayco en sus filas (abajo, el tercero a la izquierda). / DA

LUIS F. FEBLES / G. G. | Puerto de la Cruz

Puerto de la Cruz amaneció ayer triste y consternado. La ciudad turística llora la trágica muerte de los portuenses Rayco Real y Aday Padrón, fallecidos el domingo en un accidente de tráfico en una zona conocida como la Bajada del Mono, en Bolivia. El vehículo en el que viajaban, un Ford Sport de color blanco, se despeñó por un desnivel de más de 500 metros en un precipicio en la carretera que une Samaipata con Santa Cruz de la Sierra.

Un suceso que, tres días después, no ha dejado ajeno a ningún ciudadano de la localidad norteña. Menos aún a sus familiares y amigos, a quienes todavía les cuesta pronunciarse. Recuerdan la alegría y vitalidad de dos jóvenes que, por diferentes motivos, uno por trabajo y familia, y el otro por turismo, se encontraban en el país andino. Fue Aday quien se desplazó a Bolivia a visitar a su amigo que vivía allí junto a su novia, originaria de ese país, y que trabajaba en el hotel Resort Laguna Volcán.

Por el momento, y con la esperanza de darles sepultura en su tierra, se desconoce cuando será la fecha del sepelio. También son muchos los vecinos y compañeros de estudios que recuerdan a Rayco y Aday con cariño y, sobre todo, destacan su personalidad y carisma. Uno de los conocidos del primero, que vive muy cerca de su antiguo domicilio, afectado por la gran pérdida, define a los fallecidos como “amantes del deporte” y “amigo de sus amigos”. Declara que “compartían buenos momentos en el barrio, pero también cuando jugaban al fútbol en ‘el Pichirri’. Es un duro golpe para todos porque se fueron dos personas excelentes; todavía nos cuesta creerlo”, manifiesta consternado.

Los dos jóvenes se encontraban en el país latinoamericano. / DA

Un compañero de Rayco en el Instituto Agustín de Bethencourt también confiesa estar consternado por la noticia: “Todavía me cuesta creerlo”, dice.

El fútbol, deporte que practicaban ambos jóvenes, también lamenta la pérdida de dos de sus exjugadores. El presidente del Club Deportivo Puerto Cruz, Francisco Expósito Pérez, guarda un bonito recuerdo de los deportistas que compartieron durante muchos años vestuario en el campo de El Peñón. “Eran excelentes y siempre se estaban riendo. Les gustaba armar siempre la fiesta donde quiera que iban”, comenta. También detalló “la empatía” que existía entre ellos y las similitudes en su personalidad. Expósito quiere hacer llegar, en nombre de la entidad deportiva, sus “más efusivas condolencias, a la vez que se unen al dolor de sus familias”.

Partido homenaje

El presidente adelanta que el equipo tiene pensado realizar una vez que pase “este duro trance”, algún acto homenaje en recuerdo de los dos futbolistas dado que ahora “no es el momento”.

Por su parte, el alcalde, Marcos Brito, se reunió ayer en el Ayuntamiento con familiares de las víctimas, un encuentro en el que también estuvo presente el viceconsejero de Acción Exterior del Gobierno de Canarias, Cándido Padrón. Ambos le ofrecieron la colaboración y el apoyo a las familias por parte de las dos instituciones con el objetivo de poder acelerar la repatriación de los cuerpos de los jóvenes.

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Apoyo psicológico

El papel de los psicólogos en situaciones dramáticas es fundamental, y por eso, la ayuda de expertos en casos límite es fundamental para los familiares afectados. El experto clínico del gabinete psicológico Rayuela, en La Orotava, Eparquio Delgado, explica, que el dolor en casos como el de los jóvenes fallecidos en Bolivia “nunca se podrá eliminar por completo; lo que podemos hacer es evitar un dolor extra”. Delgado indica que la familia debe conocer todos los datos sobre lo sucedido en el accidente para “reducir el nivel de incertidumbre”. También, los allegados deben procesar la fase conocida como “el duelo”. El experto incide en que siempre hay que respetar la decisión de la persona afectada y decidir si quiere estar sola o acompañada de las personas más cercanas. “Los psicólogos monitorizamos dentro de un proceso doloroso; cuanto menos actuemos los profesionales, mejor”, apostilla.

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