La columna Churchill > Tinerfe Fumero

Hasta aquí podíamos llegar, señora Merkel

Se acabó, pero la Historia señalará a los culpables, porque en el epitafio del euro se podrá leer: la codicia alemana fue demasiado para la moneda única. Y eso, señora Merkel, que los españoles hemos sido pacientes y muy sacrificados, pero todo tiene un límite.

Paro, miseria, deudas…

Y mire que se lo permitimos todo a la señora Merkel y a su mayordomo francés en la faena de machuca y limpia del Estado del Bienestar español. Ahora, cuando su torpeza es anticipo del final del proyecto común, no venga a señalarnos con el dedo. Superamos con creces los cinco millones de parados, pero España no sólo mantiene el tipo sino que estamos dispuestos a llegar a los seis millones sin pestañear, oiga. Tampoco nos lanzamos a la calle viendo a familiares y amigos, aún atónitos por la celeridad de su miseria, acudir a la beneficencia para dar de comer a sus hijos, no. Ni siquiera, señora Merkel, ni siquiera rompemos la baraja al saber que el dinero de nuestros crecientes impuestos sólo dan para sueldos de funcionarios y ganancias de usureros.

Ni la reforma laboral, ni el repago ni nada, mujer

Y tragamos quina, señora Merkel, como el que más. Los asalariados privados malviven aplastados por el miedo al despido cuasi libre que ha impuesto la reforma laboral, repagamos las medicinas, cancelamos las ayudas a la cultura, cerramos plantas de hospitales y tantas barbaridades más, que tampoco sería para tanto.

Va y despierta a la bestia

Le pudo la envidia, señora Merkel. Sólo a un bárbaro del Norte se le ocurre planear sanciones contra los clubes de fútbol español por no pagar a Hacienda. ¡Entérese de una vez que en España está bien visto, y si es para fichar un delantero se considera bien social, oiga! Quítenos el pan, señora, pero si se van Cristiano y Messi se acabó el euro. Ya lo verá, señora suya.