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Como en toda pareja, la unión se basa en el contraste de caracteres y, en este caso, al igual que en la fabulosa película de Gene Saks La extraña pareja (1968), la convivencia entre Paulino y Soria es ya imposible. Rozando, incluso, lo cómico. Con permiso de Saks, y trasladando la trama al Gobierno canario, tenemos como protagonistas en este filme a Rivero, un hombre muy trabajador, hecho en la tierra, contumaz, de procedencia humilde, pero obsesionado por estar en un puesto que los ciudadanos no le han confiado. Enfrente está José Manuel Soria, más ordenado, programado, listo, de buena familia [por su situación acomodada], con estudios superiores y con un ego por encima de sus posibilidades. Está claro que la convivencia entre ambos es imposible.

Dejando atrás el símil fílmico, lo cierto es que el pulso entre Rivero y Soria no tiene nada de cómico; sobre todo, porque Canarias necesita estabilidad económica y es una contradicción enorme que sean los propios políticos los que la torpedeen.

Parece que nos tendremos que ir acostumbrado a estos dimes y diretes o, mejor dicho, al ¡quítate tú, que me pongo yo! Uno no hace una cosa sin que tenga un efecto bumerán en el otro. Además de las ya conocidas perlas del inicio de su nombramiento como ministro, José Manuel Soria intenta bombardear todo lo que hace el alicaído presidente del Gobierno. Sirva de ejemplo el asunto de las licencias de radio. Rivero aboga por ampliar el espacio radioeléctrico para que todo el mundo se quede contento y Soria le dice que de eso nada.
Que se las arregle. Rivero convoca el miércoles el consejo asesor con los empresarios y sindicatos, entre otras cosas, para tratar los recortes del Ejecutivo en los presupuestos generales del Estado, y Soria, reprograma y se entrevista, dos días antes, solo con los empresarios de Gran Canaria, despreciando al resto. La intención verdadera de la reunión no ha trascendido, pero, en la rueda de prensa posterior al encuentro, el ministro volvió a tender la mano a José Miguel Pérez para que abandone a Rivero.

El presidente tampoco se queda de brazos cruzados y esta semana se coge el avión rumbo a Marruecos y se entrevista con Mohamed VI, a quien le deja muy clara la posición de Canarias con respecto a las prospecciones y le saca una declaración pública al Rey diciendo que no ha detectado petróleo en sus aguas. Ahora hay que esperar al próximo capítulo y ver con qué nos sorprende el ministro. Con la que está cayendo a Canarias, al menos esto es divertido.