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La patada en el trasero > José Carlos Alberto Pérez-Andreu

Gran parte de la esencia del PSC-PSOE (además de una buena parte de la galaxia que habitamos) tiene unas ganas brutales de darle una patada en el trasero a CC y mandarlos a la grada un puñado de años. Es lo que tiene el desgaste. Hasta algunos de los nacionalistas se mandarían, los unos a los otros, a tomar viento fresco. Cosas de la convivencia. Sin embargo, la reiterada oferta con la que el PP pretende reventar el pacto CC-PSOE allá donde exista, persigue en primera instancia, recordarle a los socialistas el número de veces que los nacionalistas los han ninguneado e incluso ridiculizado. Vamos, que quieren que el socialismo canario recuerde el gélido sentimiento de abandono que se vive en la oposición que hoy habita muy incómodamente el PP. Pero, de momento y recordando a Santo Tomás, los zurdos parece que piensan que no porque CC lleve desde el jurásico en las poltronas de las principales instituciones, la mejor opción socialista, en estos momentos, sea pactar con los conservadores.

Adornándolo cada semana con una guinda nueva, no acierto a dilucidar hasta cuando el PP va a seguir proponiendo al PSOE un pacto. Esto es una voltereta en el aire tras otra. Empieza a ser tan pesado como ridículo se les puede tornar. En una sofocante concatenación de solicitudes, al Partido Popular poco le falta ya para suplicarlo arrodillado y por los clavos de Cristo. La última vez fue la semana pasada. La presidenta Cristina Tavío, flanqueada por Manuel Fernández y Antonio Alarcó, pedían a los socialistas que pactaran con ellos en nombre de la regeneración política. Uno, que de político no tiene ninguna célula (parafraseando al cirujano), no acaba de entender como estas intrigas palaciegas no se urden únicamente en palacio, en lugar de escenificar un brindis al sol continuamente. Y entiendo lo incómodo, y hasta lo injusto, del rol que le toca hoy al PP.

El PP y el PSOE gobernando juntos aportarían aires nuevos a Santa Cruz, a Tenerife y a Canarias; qué duda cabe. Dejemos a un lado el mundo virtual y no valoremos qué hipotética coyuntura política sería mejor o peor de producirse o no, en los ejecutivos de marras. Me cuentan que mientras algunos socialistas escucharían las proposiciones que les hiciese un PP que parece desesperado, otros se niegan a teñir aún más de azul el mapa nacional que hoy domina el Partido Popular. Lo cierto, es que cuando el PP propone dinamitar el pacto político suscrito entre nacionalistas y socialistas no lo hace en nombre del Espíritu Santo, sino que lo hace en nombre propio. El PP no quiere que desaparezca CC, sino que (además) quiere ocupar su lugar; quiere ser califa en lugar del califa. Y eso, aquí y en Pekín, es al menos, un pequeño conflicto de intereses que hace que los de afuera, que hoy no podemos hacer nada gracias al vigente ordenamiento jurídico, refunfuñemos entre dientes.

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