Las distintas realidades de la crisis > Juan Pedro Rivero

Si hay una palabra que está en boca de todos, ésta es “crisis”. Y si nos aproximamos más a lo que está detrás de ella, surgen multitud de campos: cultura, economía, familia, valores, trabajo, religión, escuela, futuro, sociedad del bienestar, derechos sociales, paro, ecología, etcétera. Con una carga emocional concomitante: miedo, pobreza, violencia, malestar, desconcierto, indignación, sufrimiento, soledad, fracaso, futuro cerrado, desmotivación… O en positivo: rebelión, oportunidad, esperanza, resiliencia, reacción, responsabilidad personal, crítica, apoyo mutuo, solidaridad, alternativas,… Todo un mundo en lo estructural y personal. Desde que Maquiavelo propuso la separación de la ética y la política, todos los que tienen “intereses inconfesables” intentan separar su actividad de la ética y la teología. El triunfo de los especuladores económicos es el hacer creer que ética y economía no tienen nada que ver, que ésta se rige por principios científicos e inevitables. Que las cosas son así y no pueden ser de otro modo. Y ellos, mientras tanto, se enriquecen, caiga quien caiga.

La crisis económica ha puesto al descubierto que esto no es así. Y allí donde se juega la suerte de cada hombre o mujer, la ética y, para los creyentes, Dios mismo, por Jesús y su palabra que salva, tienen algo que decir y muy fuerte a favor de la humanidad.

Afirma Benedicto XVI: “Se confirma en la crisis actual económica lo que ya se ha visto en la gran crisis precedente: la dimensión ética no es algo exterior a los problemas económicos, sino una dimensión interior y fundamental. La economía no funciona sólo con una auto-reglamentación mercantil, sino que tiene necesidad de una razón ética para funcionar a favor del hombre”.

Este parto que supone la crisis y las alternativas que aparecen en el horizonte puede ser la oportunidad de una conversión personal y estructural: ¿Seremos capaces de poner al ser humano, a los grupos sociales, a los pueblos, en el centro de nuestra actividad económica y no el mero interés mercantilista? ¿Podemos construir una sociedad donde el bien de todos -el bien común-, el respeto al otro, la responsabilidad compartida con los demás, con el mundo en que vivimos, sean prioritarias? ¿Cuál es el papel que los economistas, los pensadores, los filósofos, los teólogos, los políticos, el pueblo soberano, las instituciones, han de asumir en esta coyuntura? ¿Cuándo y cómo van a entrar en la agenda económica, política, eclesial, el hambre del mundo, el sufrimiento innecesario, la escuela para todos, la vivienda digna, el afrontar la crisis a favor de las personas?

¿Cuál es el mundo que queremos dejar a nuestros hijos, qué hacer con nuestros jóvenes en paro? ¿Qué cambios de mentalidad, en la educación, en la ética, en la teología, en una palabra qué conversiones son necesarias para nosotros hoy?

Son preguntas graves y claves que toda persona responsable tiene que plantearse.

En el XXI Congreso Internacional Diálogo Fe-Cultura queremos ofrecer nuestro aporte para avanzar en la respuesta a estas cuestiones que atañen a nuestra razón, a nuestra fe, a nuestro corazón.

*Director del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (ISTIC)