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Las eras en Guía de Isora

Chirche es uno de los caseríos que más eras conserva en sus alrededores. / DA

JOSÉ MARÍA MESA MARTÍN * | Santa Cruz de Tenerife

Dentro del la cultura de los cereales en Canarias, las eras fueron un elemento fundamental dentro de los procesos de transformación de las gramíneas, y se pueden considerar estructuras agrarias de carácter industrial, debido a que sin ellas no se podía entender el procesamiento de los mismos. Sin embargo, a éstas no se les ha prestado la suficiente atención en Tenerife, dentro de lo que son los estudios de la etnografía, y de la cultura popular, salvo el caso del estudio monográfico realizado sobre estas estructuras agrarias en Arona, por Marcos Brito.

Las eras en Guía de Isora se reparten por toda la geografía del municipio, estando condicionadas tanto en lo que a su tamaño y su función se refiere, como a su ubicación, por la producción y la extensión del cultivo cerealista. También los materiales para su construcción están directamente relacionados con el entorno y condicionados por la presencia del malpaís, o por la proximidad de barrancos con cantos rodados o por la presencia de fonolitas, que hacen que éstas sean elementos fusionados en el medio, aunque en algunos casos se dé el hecho de trasvase de materiales y acarreo de los mismos desde puntos distantes.
Estas estructuras han formado parte indispensable del paisaje y se han convertido en elementos referenciales del imaginario colectivo, sobre todo, porque fueron los grandes parques de atracciones para la infancia y la referencia sustancial del verano, para todas las generaciones de isoranos con anterioridad a los años 70 del pasado siglo. En los últimos 50 años, muchas de ellas han desaparecido, sobre todo aquellas que se encontraban cerca de los principales núcleos de población, que han alcanzado un mayor desarrollo urbanístico y que las han absorbido.

El mayor número de eras, conservado y concentrado, se da en los núcleos poblacionales de medianía alta: las eras de La Vegueta y de Aripe. Las de Chinche, Chiguergue y algunas en la costa.

Las eras isoranas están marcadas por la inclinación del terreno , lo que, excepto en las de la costa, donde la pendiente del terreno es menos accidentada, les obliga a construir grandes muros de contención para lograr un espacio horizontal, a excepción de una construida en el cauce del barranco de Chirche, que aprovecha la planicie del mismo. Éstas, por lo general, están construidas sobre volcanes improductivos, colgadas sobre barrancos o andenes, y donde el aire sopla y permite las tareas del aventado del trigo para separarlo de la paja. Esto obliga a la construcción de vías de acceso hacia la era, pero por lo general se busca una ubicación próxima a un camino ya trazado, para permitir el paso de los animales de carga para transportar los cereales, así como para la tracción del trillo (burros, mulas, caballos, camellos y vacas).

Si las eras se ubicaban próximas a núcleos de población, éstas se disponían de forma que, el tamo o polvillo resultante de aventar el grano, no molestara al vecindario, a pesar de que suelen tener un alto muro o contrafuerte en dirección opuesta al viento, que impedía que tanto la paja como el tamo cayeran fuera de la era. Esto en las que se conservan en la parte alta, pues en las que se encuentran en la costa no se observa este parapeto. En estos muros suele aparecer un machinal con funciones de fresquera para el agua y los alimentos, que en unos casos aprovechan oquedades naturales del terreno o pequeñas cuevas, y en otros casos, son fabricados exprofeso, a la par que construían el muro. Sus pavimentos son variopintos, adaptados al material del entorno, predominando las de cantos rodados, piedra volcánica, grandes lajas de fonolita o de basalto y, según su grado de antigüedad, excavadas en parte o cortadas en la roca.

Como característica común: éstas se desarrollan a partir de una rueda circular de molino que permite dividir la circunferencia de la era en partes iguales de forma muy fácil, y aprovecha el hueco central para clavar el eje que servirá para el trazado de radios o guías, que facilitarán el empedrado de la era, y la uniformidad y horizontalidad del pavimento. Estos radios o guías quedan manifiestos en el trazado, por la colocación de las piedras, pues éstas se colocan de forma transversal al eje del radio, lo que hace que destaquen visualmente sobre el empedrado de las calles o ángulos resultantes de la división de la era, y donde las piedras se colocan sin orden ni concierto. En algunos casos, se observan trazados de radios auxiliares a partir de otra circunferencia concéntrica e incluso de dos, pues al colocarse las piedras de las guías en sentido transversal a los radios, en la medida que éstos convergen en el centro, no queda espacio para radios intermedios, por lo que la solución fue crear radios auxiliares a partir de otras circunferencias concéntricas. De ello, se deduce que los constructores de eras,deberían detener ciertos conocimientos matemáticos adquiridos de forma empírica, sobre la división de una circunferencia en partes iguales, el trazado de bisectrices, división de un ángulo recto en partes iguales, así, como manejar para sus trazados cordeles, sistema muy utilizado para el dibujo técnico en grandes superficies, como los usados por los jardineros para sus célebres elipses.

Además de estas estructuras, existe un grupo de tres eras, relativamente próximas unas a las otras, que presentan un complicado trazado geométrico, que no deja de sorprendernos, y que analizaremos en otra ocasión, dada su singularidad. Sin ser éstas, que se desarrollan a partir de las ya citadas ruedas de molino, tenemos otras sin centros reconocidos y otras donde éste se halla sencillamente remarcado por una piedra o laja diferente al resto del pavimento. Existiendo guías formadas por lajas rectangulares o incluso por prismas pétreos embutidos en el piso. Y otras con empedrados homogéneos sin que sea perceptible un trazado radial previo.

*Licenciado en Bellas Artes e Historia