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Naufragio > Francisco Pomares

Paulino Rivero ha vuelto a utilizar su blog para acusar al Gobierno de Rajoy de “castigar a Canarias”. Ese castigo, que se habría manifestado en los recortes de las transferencias del Estado, sería el responsable, según Rivero, de que aquí haya habido que aplicar subidas de impuestos, retiradas de exenciones fiscales y otras bonitas naderías. Eso es cierto. Como también lo es que la batería de medidas del sábado no se habrían producido si el Gobierno de Canarias no hubiera aprobado el pasado diciembre unos presupuestos inflados. Pero siendo ambas cosas ciertas, ninguna es la verdad. La verdad es que esto se hunde, mientras los políticos se echan la culpa unos a otros e inventan nuevas cortinas de humo como la del distrito universitario. Pocas horas después de que Rivero colgara su peripatéticos argumentos para justificar las medidas del sábado en su blog, la popular Asián, censuraba al Gobierno de Canarias por reducir los salarios de los trabajadores públicos, explicaba que el PP está en contra de esa reducción (en Valencia a 5.000 empleados públicos les han reducido el cien por cien de la paga, por cierto), y mentía con cínico desparpajo al decir que el PP no solo no ha bajado las pensiones, sino que las ha subido un uno por ciento. ¿No las ha bajado? Pues no, otra verdad política. Pero con la subida del IRPF los pensionistas disponen hoy de menos dinero de lo que cobraban con el Gobierno de Zapatero, y además tendrán que pagar parte de sus medicinas.

Va siendo hora de dejar de creerles en sus discursos falsos y oportunistas, de seguirles en este sistema de censurar aquí lo que se hace allí. Hay que denunciar el fraude sistemático a la ciudadanía que suponen las acciones y discursos de una clase política que ha perdido el norte, y cuya única preocupación parece consistir en cargar la culpa de lo que ocurre a los otros. ¿De verdad algún partido es responsable de que la cesta de la compra se encarezca en Canarias hasta nueve puntos con las últimas medidas del Gobierno? ¿De verdad es cosa de este partido o de aquel que los salarios públicos se hayan reducido en dos años un diez por ciento? ¿De verdad debemos acusar a un dirigente en concreto del paro insoportable que sufre este país? La situación ya es bastante desesperada para añadir un debate inane.

A pesar de los salvajes recortes y de las brutales subidas de impuestos -globalmente las más altas de toda la democracia-, el Estado no logra encarrilar sus cuentas, y la economía se instala en la recesión. Esto es el naufragio del Titanic. Pero en nuestro particular hundimiento, la orquesta ha sido sustituida por una cacofonía de gritos de los oficiales, entretenidos en culpar a los otros de lo que está pasando, mientras que el pasaje observa aterrado cómo va subiendo el nivel de las aguas.