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Periodistas > Cristina García Maffiotte

En mi primera semana como estudiante de Ciencias de la Información, hace ya unos cuantos años, me dijeron que “perro no come carne de perro”; un santo y seña corporativista que se enarbola como bandera de ‘lealtad’ entre profesionales de la comunicación pero que es absolutamente falso. No hay gremio menos corporativista que los periodistas. Y no es que no nos defendamos unos a otros, no, no se trata de eso; es que  no defendemos nuestra profesión. Y tiene su explicación. El periodismo es un ejercicio individual que se desarrolla en un escenario colectivo, la redacción; que es la olla en la que todos los ingredientes por separado se unen para ofrecer un plato final. Pero cada uno de esos ingredientes, por mucho que se trabaje de forma ordenada, siguiendo indicaciones de jefes o compartiendo cafés con los compañeros, trabajan en solitario. Es difícil de entender para quién no sabe cómo funcionamos que, al final del día, lo que único que cuenta para cada uno de nosotros es tu titular, tu firma, tu artículo, tu primicia.

Es así ahora y ha sido así, para bien o para mal, siempre. La nuestra es una actividad complicada. Y eso no es una queja, porque nos gusta lo que hacemos. Sabíamos desde antes de empezar a trabajar o a formarnos en una facultad que es una profesión de horarios infernales como muchas otras, mal remunerada como otras tantas y en la que asumimos mucha responsabilidad individual y en eso tampoco somos únicos, pero pocas hay en las que estas tres características se den al mismo tiempo. Pese a ello, nos gusta ser periodistas. El porqué no se puede resumir en un artículo porque hay tantos como profesionales. Cada uno tiene el suyo, personal e intransferible.

Es cierto que siempre fue igual pero con lo que no contábamos es con la triste e inminente realidad de que somos una profesión en proceso de extinción. Tan terrible y oscuro es nuestro futuro más cercano que, por primera vez, los periodistas nos unimos para salir a la calle. Todos juntos. Créame si le digo que ésa es una gran noticia, importante para nosotros, sí, pero no solo para nosotros.

Salimos a la calle en defensa de todos los cientos de casos diarios de corruptelas, injusticias, sucesos y hechos que nunca se conocerían si no existiera un periodista preguntón y molesto. Siempre citamos el Watergate, pero hay muchos, muchísimos pequeños watergates diarios que nunca verán la luz sin un periodista inconforme con la versión oficial. Porque comunicar no es lo mismo que informar y porque el trabajo precario domina en las cada vez más mermadas redacciones y es esa precariedad la que permite que se acaben silenciando determinadas verdades incómodas sobre las que nunca, nadie, preguntará.

Porque nos rebelamos ante las ruedas de prensa sin preguntas. Porque tenemos derecho a que se nos responda a nosotros y, por ende, a toda la sociedad y porque cuando no hay nadie molesto, levantando la mano, escudriñando papeles, investigando todos los pasos, actos, hechos y decisiones de quien está en el poder, toda la sociedad corre un tremendo riesgo. Porque cuando a los fotoperiodistas no se les deja sacar imágenes ‘molestas’ en el Congreso se le niega al ciudadano una parte sustancial de información; una información que necesita y debe saber. Y porque cuando nos dicen cómo se deben cubrir unas elecciones nos están diciendo a los periodistas qué tenemos y cómo debemos contar la campaña y el interés que está detrás de esas indicaciones, se los aseguro, no es el mismo que tiene el ciudadano.

Por esos y otros muchos motivos, el día 3 de mayo, en toda España, los periodistas salimos a la calle. Juntos y orgullosos de nuestra profesión y de lo que el ejercicio libre de nuestro trabajo supone para la democracia. Es una gran noticia que yo, de usted, no me lo perdería. Venga a la Plaza de España a las 12 y vea, en directo, una primicia: los periodistas, unidos, defendiendo su derecho a informar y el de usted a estar informado.