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Una vez desaprovechada la posibilidad de ser campeón de grupo, el objetivo inmediato del Tenerife 11/12 es lograr una plaza para disputar las eliminatorias de acceso a Segunda División. A falta de cuatro jornadas para acabar la competición, la clasificación coloca al equipo blanquiazul en una situación cercana a lo idílico: tiene cuatro puntos de ventaja respecto al quinto clasificado y debe recibir en el Heliodoro al único rival que tiene opciones reales de dejarle fuera de la pelea por el ascenso. La realidad, por tanto, invita al optimismo. Sin embargo, las sensaciones que ofrece el grupo que ahora dirige Quique Medina son pésimas.

LA REALIDAD. Un empate mañana ante el Atlético de Madrid B y una victoria frente al Oviedo en el Heliodoro. Con eso le bastaría al Tenerife para asegurarse una plaza en las eliminatorias de ascenso a Segunda División. Las matemáticas dicen que podrían hacer falta un par de puntos más, pero la realidad indica que no es cierto. De hecho, si los blanquiazules se imponen al Oviedo dentro de ocho días no habría que hacer más cuentas. Y la tarea no parece complicada: el rival tiene nombre, pero carece de fútbol. Y también de paz institucional. Y su estado de forma es discreto: ha sumado siete puntos [dos victorias, un empate y cuatro derrotas] en sus siete últimos partidos. Y sólo uno en los cuatro desplazamientos más recientes. Si finaliza sus deberes en estos dos próximos fines de semana, el grupo de Quique Medina hasta tendría tiempo de preparar con calma la fase de ascenso: recuperar lesionados, reservar jugadores, limpiar tarjetas, probar variantes… La situación real, por tanto, parece cercana a lo óptimo.

LAS SENSACIONES. A día de hoy, el ascenso del Tenerife a Segunda División es más una utopía que una opción real. Las matemáticaspodrán decir misa, pero el Tenerife no transmite nada. Ni buen fútbol, ni una intensidad adecuada, ni orden, ni capacidad de desequilibrio, ni solidez defensiva, ni un estilo definido, ni talento individual, ni una aceptable condición física, ni espíritu de grupo, ni unión con la grada… Nada de nada. Y sobre el césped tampoco se observa un extraordinario propósito de enmienda por parte de unos futbolistas que ya han devorado dos técnicos en el presente curso. Con Quique Medina, es cierto, se han producido algunos (leves) avances y es posible que el equipo también mejore con el regreso de Chechu y Kitoko, pero las sensaciones invitan al pesimismo. A pensar que, con lo visto hasta ahora, al Tenerife no le alcanza para acabar entre los cuatro primeros y que, si lo hace, no tiene juego suficiente para eliminar sucesivamente a tres rivales notables.

PD:
la realidad y las posibilidades matemáticas pueden cambiar en un minuto. Con un gol afortunado, por ejemplo. Las sensaciones necesitan más tiempo.