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Sequía en la isla del agua

Existe una gran preocupación en el sector agrícola y ganadero por la falta de lluvias, especialmente de cara al verano, pues el precio del agua se puede disparar. / DA

EUGENIA PAIZ | Santa Cruz de La Palma

Antonio Hernández, ganadero y agricultor de la comarca del Valle de Aridane, recorría ayer los barrancos del municipio de Breña Alta, al otro lado de la Cumbre, “buscando tagasaste para las cabras”. “La única forma de intentar ahorrarme aunque sólo sea un día de la comida de los animales”, nos comentó. Esta práctica es cada vez más habitual entre los ganaderos de esa comarca, la más perjudicada por la falta de lluvias que, sumada a la reciente calima y las altas temperaturas registradas, ha dejado aún más áridos las medianías y el monte bajo.

Aunque el estado de las balsas de las que dispone la Isla es bueno en la zona norte, hace varias semanas que no llueve y la situación comienza a ser preocupante entre Puntagorda y Los Llanos de Aridane, por lo que el sector agrario ya empieza a temer los “desembolsos” a los que se verá obligado “si las cosas siguen como hasta ahora y no llueve durante esta primavera”, la última esperanza antes de la llegada de un verano que se prevé tórrido, tal y como ha ocurrido -recuerda la gente del campo- en los últimos tres años.

Las lluvias anunciadas desde la pasada semana en buena parte de la Isla no se han sustanciado con precipitaciones importantes y las cosechas de secano siguen recibiendo el abastecimiento de los depósitos particulares y, en otros muchos casos, del agua de suministro público. Los agricultores, en lo que va de año, apenas han podido ahorrar ninguna regada, dada la práctica inexistencia de las lluvias.

Los cultivos más sensibles ante la escasez de las lluvias y los que mayor dependencia tienen por el volumen de agua que necesitan para garantizar sus producciones, son el platanero, el de aguacates y el de cítricos. Mientras tanto, la situación de sequía ya tiene consecuencias directas sobre la cosecha de papas de secano, que “prácticamente desaparece” y que mermará sustancialmente los niveles de renta de los agricultores, que insisten en que “con estas temperaturas necesitamos más agua; la tierra está seca y hay cultivos para los que no se puede restar ni una gota de agua”.


Rentabilidad hidráulica

Carlos Soler Liceras, profesor de Obras Hidráulicas de la Escuela Técnica de Ingenieros de Obras Públicas de la Universidad de La Laguna y autor del avance del Plan Hidrológico Insular de La Palma, explicó en uno de sus trabajos, que “las 170 galerías, los 69 pozos, los doce tomaderos, los canales que transportan el agua entre vertientes, los más de mil depósitos y las diez grandes balsas construidas, han logrado que el palmero haya multiplicado por cinco la producción de agua”.

Pese a que la Isla Bonita ha conseguido una importante rentabilidad en materia hidráulica, la persistencia en la escasez de lluvias hasta ahora tendrá consecuencias negativas para las ya debilitadas economías del sector primario insular, tanto la agricultura como la ganadería, esta última por la falta de forraje para los animales.

Y es que en el balance hidráulico insular realizado por el profesor Soler, “la cantidad de agua de lluvia que cae sobre la Isla es de 515 hectómetros cúbicos al año, de los que 265 se infiltran para renovar las aguas subterráneas y 15 discurren por los barrancos camino del mar” es una premisa que no se está cumpliendo este año y que ha modificado el mapa actual.

Hace casi un año que se produjo la rotura de la presa de La Laguna de Barlovento. / DA

La Laguna

Pese a que en La Palma se encuentra la galería de mayor longitud, conocida como Pajaritos y que supera los cinco kilómetros de longitud, además del pozo de El Salto, que aporta el mayor caudal, con 1.400 pipas por hora, la situación de privilegio de la que ha gozado la Isla hasta ahora ha variado sustancialmente desde que se produjera la rotura de La Laguna de Barlovento un año atrás, la de mayor capacidad de embalse y una de las mayores infraestructuras hidráulicas de Canarias, ahora con una limitación de llenado de 300.000 metros cúbicos y pendiente de una reparación que no solo no se ha iniciado sino que no se prevé terminada hasta el año 2016.

La Asociación de Agricultores y Ganaderos de La Palma (ASPA) insiste en la necesidad de que el Gobierno de Canarias cree la que sería la primera comisión para abordar una situación de sequía de la historia reciente de La Palma, algo que -entienden los agricultores y ganaderos- “es totalmente conveniente a la vista de cómo están las cosas y de las necesarias restricciones que debemos acometer, porque ahora ya no lloverá y si lo hace las cantidades del agua no podrían restituir las lluvias de un invierno prácticamente inexistente en lo que a precipitaciones se refiere”.

A la espera de que el Ejecutivo autonómico, a través de su Consejería de Aguas y Obras Públicas de una respuesta al respecto, los agricultores ven la necesidad de abordar, a medio plazo, una obra prevista desde hace años en el barranco de Aduares, cerca del Túnel de Trasvase, para crear la instalación que “sustituiría, hasta que pueda estar a pleno rendimiento y una vez arreglada, el servicio y la capacidad de embalse de La Laguna de Barlovento”, considerada por el sector como “la columna vertebral de nuestro sistema hidráulico y la de mayor cobertura frente a una situación de sequía como la que estamos viviendo”.

Es probable que se repitan los rigores de una época estival muy calurosa y que surja, como ha ocurrido en circunstancias menos adversas, la necesidad de racionalizar los recursos hídricos existentes en la Isla. Frente a este panorama es más que probable que en las próximas semanas lleguen desde las administraciones, una serie de recomendaciones tendentes a concienciar a la población, pero fundamentalmente al sector agrícola, sobre la necesidad de aplicar prácticas que favorecen el aprovechamiento del agua de riego y el mantenimiento de los recursos.

Pese a que desde la Consejería de Aguas del Cabildo se habla de una situación de normalidad en base al estado actual de los embalses repartidos por la geografía insular y que permiten garantizar las necesidades de riego de los agricultores, lo más previsible es que se terminen aplicando medidas como regar a primera o última hora del día, se pida la reutilización de restos vegetales para mantener húmedo el terreno así como hacer uso de tensiómetros, mecanismo con el que determinar cuándo y cuánto regar, además de la aplicación de las fórmulas más adecuadas de reparto de agua frente a los sistemas tradicionales.

La sequía, de forma indirecta, también está causando un gran daño a las plantaciones de viñedos en la localidad de Fuencaliente, dado que los conejos, al no encontrar alimentos fuera de las zonas cultivadas, están invadiéndolas causando auténticos estragos, hasta el punto de que ya hay agricultores que han reclamado ante los seguros agrarios. Uno tras otro, la mayoría de los subsectores agrarios están padeciendo las nefastas consecuencias de una situación de sequía que no parece dar un respiro al campo palmero.

La agricultura sigue presa, en buena medida, de la evolución meteorológica. / DA

Temores

Con todo, el mayor temor de los agricultores a corto plazo es tener que llegar a la extracción de agua de los 25 pozos de los que se puede bombear agua en la Isla por el elevado coste energético que ello supone y porque repercutiría directamente en el precio final del agua, algo a lo que “en el marco de la crisis actual, con los problemas de comercialización de nuestras producciones y los problemas añadidos que estamos teniendo los ganaderos para hacer frente al mantenimiento del ganado a base de piensos y granos, no podemos hacer frente”. Los más optimistas, en la zona norte de la isla de La Palma, confían en el aporte de agua del sistema hidráulico que constituyen las balsas de Adeyahamen y Bediesta, la de mayor profundidad y regulada por la aportación de los Nacientes de Marcos y Cordero. José Pérez, ganadero, es uno de los cientos de afectados por la sequía en La Palma por los costes que soporta a diario para mantener reses de mucho peso que no puede sacrificar por la falta de demanda de carne fresca de vacuno palmero en el marco de la crisis. Reses a las que tiene que alimentar a base de piensos adquiridos en los almacenes que ya han dejado de dar crédito por más de treinta días. Mantener los animales que no llegan al matadero supone mensualmente alrededor de 350 euros, cantidad multiplicada por el número de reses “paralizadas” en las granjas y en explotaciones que pueden llegar a 25 cabezas de ganado. Circunstancias por la que están atravesando muchos ganaderos palmeros, que a las grandes trabas que han tenido que sufrir desde diferentes estamentos de la Administración para desarrollar la actividad, ahora se suma la carencia de agua.