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¿Soy feliz?

POR LEOCADIO J. MARTÍN BORGES*

La felicidad descansa en la intersección entre el placer y el significado.
Tal Ben-Shahar

¿A que la pregunta es genial? A casi todos los que preguntemos nos dirán, tras fruncir el ceño, que sí. Que con la que está cayendo, comparado con otras personas, se consideran razonablemente felices.

La felicidad en sí puede ser definida de muchas formas. Puede dividirse en componentes, puede ser el trabajo de toda una vida o, simplemente, una sensación efímera, difícilmente etiquetable. Pero, a pesar de ello, todos estamos, de una u otra forma empeñados en conseguir este escurridizo objetivo.

La felicidad, como otros atributos nuestros, está parcialmente determinada por nuestros genes. La interacción con el entorno propiciará la expresión de esta felicidad “innata”, hasta cierto punto.
Por otro lado, están las condiciones generales de nuestra vida. Tienen que ver con cuestiones como el dinero que tenemos, nuestro nivel educativo, si vivimos en países pobres o ricos, nuestra edad, si estamos casados o no, nuestra espiritualidad, etcétera.

Estos factores parecen ser circunstanciales y muy dependientes, en general, de aspectos casi incontrolables. Según recogen en un interesante estudio Sheldon y Lyubomirsky, dichos factores son difíciles de cambiar y solo parecen contribuir al 10% de nuestra felicidad.

Entonces, si no podemos cambiar nuestra genética y no podemos, a grandes rasgos, cambiar nuestras circunstancias vitales, ¿qué podemos hacer? Al parecer, lo único que nos queda es lo que hacemos diariamente.
¿Lo único? Los autores lo bautizan como actividad intencional. Son aquellas en las que decidimos participar, las que están en nuestra mano, que dependen de nosotros, las que realmente determinan nuestro grado de felicidad en un determinado momento.

Pero, ¿qué actividades elegir y cómo llevarlas a cabo? Contestar a esto tiene mucho que ver con la capacidad humana de adaptarse a nuevas situaciones.

Hacer algo que nos gusta por primera vez es excitante e incrementa considerablemente nuestros niveles de felicidad. Puede ser nuestra primera experiencia en moto o un nuevo libro. Las nuevas experiencias nos activan y nos hacen felices.

A medida que repetimos la experiencia, este nivel de felicidad disminuye y se produce lo que en psicología se denomina “adaptación hedónica”. Se apaga la novedad y la cantidad de placer que nos produce. Los mismos autores sugieren que, para que una actividad nos haga felices, de una forma más o menos continuada, debe satisfacer nuestras necesidades y personalidad, ser variada y poco predecible.

Estas características, que dependen de nosotros, contribuyen, en teoría y en menor medida, que las comentadas anteriormente (genética y circunstancias vitales). Pero, lo cierto, es que su valor específico, en tanto que están bajo nuestro control e intención, multiplica por cuatro su contribución subjetiva a nuestra felicidad.

La sonrisa que vemos en alguien que vive en circunstancias difíciles nos resulta enormemente reconfortante. Percibimos que el control que tiene sobre su felicidad está multiplicado por encima de su pobreza o entorno.

¿Qué podemos hacer para ser más felices?

1. Disfrutar el momento. Tomémonos tiempo para saborear las pequeñas cosas que nos rodean. Observar cómo llueve o ver a nuestro hijo jugar son píldoras de felicidad que están al alcance de nuestro día a día.

2. Evitar las comparaciones. Nuestra felicidad es nuestra. Seamos únicos en nuestra capacidad para experimentarla. Centrémonos en nuestras metas y no en las de los demás.

3. El dinero, abajo en la lista. Las personas que sitúan el dinero en un lugar alto en sus prioridades, tienen más riesgo de padecer depresión, ansiedad y baja autoestima. Según las investigaciones realizadas por Tim Kasser y Richard Ryan, cuanto más satisfacción buscamos en lo material, menos lo encontramos.

4. Ponerse metas significativas. Las personas que se proponen empresas como aprender un nuevo idioma o contribuir a la mejora de su entorno, son mucho más felices que aquellas que no tienen grandes sueños o aspiraciones.

5. Tomar la iniciativa. Lo feliz que seas en tu trabajo va a depender mucho de la iniciativa que desarrolles en el mismo. La creatividad, colaborar con los compañeros o sugerir mejoras, nos recompensa y nos hace sentir que controlamos nuestra vida.

6. Hacer amigos, cuidar a la familia. La gente feliz tiene mas amigos, está más cerca de su familia y sus relaciones interpersonales son mas intensas.

7. Sonreír, aunque no se tengan ganas. Suena simple, pero funciona. Las personas optimistas ven oportunidades, posibilidades y éxito. Cuando piensan en el futuro, son positivos y cuando revisan el pasado, tienden a recordar las cosas buenas.

8. Dar las gracias. Aquellas personas que agradecen son más felices. Martin Seligman, el padre de la Psicología Positiva, apunta que aquellas personas que manifiestan agradecimiento son más felices y se deprimen menos.

9.Hacer ejercicio. Un estudio realizado por la Universidad de Duke muestra que el ejercicio es tan efectivo como las pastillas para tratar la depresión, y además no tiene efectos secundarios.

10. Ser generoso. El altruismo, ayudar a los demás o participar como voluntario proporciona una agradable sensación que incrementa la sensación de felicidad.

Elizabeth Dunn encontró que aquellos que gastan dinero en los demás se sentían mucho más felices que aquellos que lo gastaban en sí mismos.

*Psicólogo | www.leocadiomartin.com | @LeocadioMartin | www.facebook.com/LeocadioMartinCambiate