ROMÁN DELGADO | Santa Cruz de Tenerife
Es menuda, casi “como esos locos bajitos…” que entona Joan Manuel Serrat en una de sus tantas canciones, pero, ojo, su carnet de identidad no engaña: ya ha cumplido los 20. Patricia Álvarez León, nacida y residente en San Matías, en este barrio de La Laguna que se besa con Taco, es alegría, levedad y cariño.
Esta joven, que ama el fútbol como seguro que lo llegó a hacer con una de sus muñecas preferidas de infancia, consigue tocar por primera vez el balón gracias a su primo, que debió ser el que la sacó a la calle, junto a coches y con paradas continuas, para dar patadas a una pelota o al amago de ella, quizás a un balón de chochos y moscas, con el que ya empezó, desde los 8 años, a tocar y tocar… Y así ha seguido hasta hoy, hasta los 20 años bien cumplidos.
La historia de esta muchacha con el fútbol es una auténtica leyenda de amor: se enamoró con 8 años y hoy, una docena de años después, así sigue. Esto es lealtad, y lo demás, tontería. Y hasta se atreve a decir que ha tenido pocas crisis de pareja, con el balón, claro, con el balón…
Patricia Álvarez ha jugado en tierra, en piche, con primos, con amigos, con pibes, con chicas, sobre la lona, bajo techo y sin techo: lo ha hecho todo junto al balón y a plena satisfacción, incluso pese a las lecciones, que también la han mal acompañado. Esta mujer de San Matías, que compagina estudios de formación profesional en el IES Virgen de la Candelaria, en Ofra, con caricias continuas a la pelota hoy está enganchada a su equipo, se puede decir, de toda la vida, en el que está su otra familia. Este club es el Chaboyme Arico femenino, que milita en la división nacional de plata de fútbol sala. Patricia no es mucho de tener el balón entre los pies, sino que su función es pasar y pasar a las demás para que éstas hagan goles: es la que asiste, y bastante bien que lo suele hacer. De ahí que casi siempre juegue. Esta futbolista apasionada y que tanto se deja querer ahora solo piensa en salvar la categoría con su Chaboyme Arico del alma.
Desde aquí hacemos votos para que lo consiga, para que siga siendo feliz y para que con sus toques de emoción y de balón los demás también lo sean. Suerte, muchacha.