Brasil, sexta economía > Gonzalo Solana

La economía brasileña ya se ha convertido en la sexta economía mundial, superando al Reino Unido y por detrás de Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Francia. La mayoría de las previsiones indican que este dinamismo continuará y que, a pesar de los riesgos de sobrecalentamiento, en poco más de cinco años Brasil se convertirá en la quinta economía del mundo, escalando a muy tardar en 2050 a la cuarta posición. En este proceso está jugando un papel destacado la acertada combinación que aplican los gobiernos brasileños de desarrollar medidas dirigidas a la estabilidad macroeconómica con la puesta en marcha de ambiciosos programas de mejora de infraestructuras y de viviendas.

Esto ha provocando que se registre un incremento notable de la clase media brasileña y del mercado interno, que explica el destacado crecimiento de su economía y el elevado atractivo que, al margen de la disposición de enormes recursos naturales, ofrece a la inversión extranjera. De hecho, Brasil es el primer receptor de inversión extranjera en América Latina y el cuarto, tan sólo por detrás de China, Estados Unidos e India. Hasta ahora los resultados obtenidos por las empresas españolas instaladas en Brasil han sido muy satisfactorios para la mayoría. Según el estudio “Brasil: un gran mercado en expansión sostenida” -realizado por la Cátedra Nebrija-Santander de Dirección Internacional de Empresas- el 90% señalan que han incrementado sus ventas y más de un 75% que sus beneficios han aumentado como consecuencia de su implantación en ese país. No obstante, la entrada y el desarrollo de la actividad empresarial en el mercado brasileño no son especialmente fáciles. A las dificultades que se derivan de una elevada protección arancelaria hay que añadir una regulación económica compleja, en especial de índole fiscal y laboral, y una excesiva burocracia, que se deriva de una estructura institucional muy descentralizada y poco coordinada. Así mismo, los puertos y su gestión, y la insuficiencia de infraestructuras de transportes terrestres y energéticas se convierten a veces en cuellos de botella para la actividad empresarial. Un mercado de casi 200 millones de personas, con una clase media creciente que muestra una elevada propensión al consumo, y la celebración en Brasil de la Copa del Mundo de Fútbol en 2014 y de las próximas Olimpiadas en 2016 ofrece aún más oportunidades a las empresas españolas, especialmente en industrias auxiliares de la construcción, sin olvidar los grandes sectores de servicios, como el turismo, el transporte ferroviario y metropolitano, las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías, la energía y el medio ambiente.

*Director de la Cátedra Nebrija-Santander de Dirección Internacional de Empresas