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Solita se ha quedado la Cámara de Comercio de Gran Canaria en su pulso a Paulino Rivero. Si pensaba que el resto de las instituciones camerales iba a sumarse, como corderitos, a sus críticas al Gobierno autonómico, mal pensado entonces. En un comunicado, José Sánchez Tinoco, presidente de la Cámara grancanaria, acusó esta semana al presiente del Gobierno de “falta de compromiso” y “desinterés” hacia la institución y la Isla, en referencia a Gran Canaria, claro.

Sánchez Tinoco fue mucho más allá y denunció también la ausencia de un plan de viabilidad que sustente las obligaciones que, como corporación pública, aún conserva la institución cameral, y volvió a sacar el asunto de siempre: el desequilibrio. Es decir, hay más para las demás, pero no para mí. Tinoco hace un manifiesto público para quejarse de que los fondos para la internacionalización de las empresas no están repartidos de forma ecuánime y, al final, termina llorando porque Gran Canaria está sola y nadie la ayuda.

Veinticuatro horas más tarde, las cámaras de Lanzarote y Fuerteventura se desmarcan públicamente de este comunicado e insisten en que optan por el diálogo y la negociación con el Gobierno, en lugar del enfrentamiento. Además, sus presidentes le recuerdan a Sánchez Tinoco que, concretamente en este asunto, solo representan a una isla, ni siquiera a la provincia. ¿Desautorización? ¿Patada en la espinilla? ¿Enfado porque aún no está claro quién ocupará el sillón de la Autoridad Portuaria de Las Palmas?

Desde la isla de enfrente, la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife se mantiene observando en silencio y, quizás, pensando en la triste caída del prestigio de los líderes camerales, cada vez menos empresariales, y que al final tanto han debilitado la función de las cámaras de Comercio. Con pronunciamientos como éstos, sin financiación de cuotas obligatorias, y sin encomiendas del Estado ni del Gobierno regional, lo cierto es que se podría decir que las instituciones camerales están ya casi a las puertas del patíbulo porque, irremediablemente, irán menguando poco a poco.

Con todo esto habría que preguntarse si la Cámara de Comercio de Gran Canaria debe tantos millones de euros por sus múltiples sedes, si monta estos pollos para que el Ejecutivo regional asuma estos gastos, o bien si sus reivindicaciones coinciden con la máxima del Partido Popular. En definitiva, ¿pueden politizarse? ¡Claro que sí! Si lo hace el Consejo General del Poder Judicial, es razonable que las cámaras también caigan en esta tentación.

Al final, el berrinche de Sánchez Tinoco no ha servido sino para demostrar que la institución que preside está más sola que nunca, y que no cuenta con apoyos empresariales.