ROMÁN DELGADO | Santa Cruz de Tenerife

Lo de ayer en el estadio Heliodoro Rodríguez López, sí, el partido entre el CD Tenerife y el Alcalá, de Madrid, supuso una penosa repetición de lo visto en tantas otras ocasiones anteriores en el mismo recinto de la avenida de San Sebastián, o sea, algo penoso, de salir corriendo. Pero esta vez la rabia fue mucho mayor, pues el equipo que hoy conduce el tinerfeño Quique Medina no pudo ni supo ni intentó con todas las ganas del mundo homenajear con goles y con victoria a tremendas figuras del tinerfeñismo: Justo Gilberto, fallecido el sábado, y Rommel, al que esta vez también se recordaba por el aniversario del accidente de tráfico que le costó la vida en Albacete. Y también por el joven Máximo, que halló la muerte en un sencillo entrenamiento en una cancha de Valle San Lorenzo.

Pero no pudo ser, y lo que sí hubo fue una derrota con premio, con premio inmerecido para el Tenerife, que mantuvo la segunda plaza final en la clasificación regular, y con premio muy merecido para el modesto Alcalá, al que, más centrado, sólo le bastó con meter en portería ajena los tremendos errores de los jugadores birrias. Esta vez aceptaron la invitación al palco del Grupo de Comunicación DIARIO DE AVISOS, los dirigentes del CB Canarias Félix Hernández, presidente, y Santiago Cacho, vicepresidente, que, junto al consejero delegado del Grupo, Elías Bacallado, y al director general de éste, Juan Carlos Cabrera, más la presencia de Karl McLaughlin, logramos aburrirnos como otras veces y nos entristecimos por la fiesta de fútbol que debió ser, y no fue, en aplauso a esos hombres de bien. Pero no se pudo, y el calor entonces jodió más.