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Efecto mariposa > Alfonso González Jerez

Las exigencias intelectuales (no digamos las morales) a los políticos son cada vez más modestas. Ya cabe aceptar casi todo. Su autorretrato de almas perfectas y sacrificadas y a salvo de cualquier contradicción. Su épica tebeística que divide el mundo entre buenos y malos. El recalcitrante relato de su influjo bienhechor en la sociedad, de su compromiso inclaudicable con los más desfavorecidos, de su humildad abrumada por el apoyo de compañeros, electores, asociaciones de vecinos y clubes de bolas y petancas.

Los espumarajos de su heroicidad cotidiana y por encima de cualquier vanagloria. Su airada denuncia de la imbecilidad malvada de los que gobiernan deshonestamente o forman parte de una oposición destructiva. Estos rasgos temáticos y estilísticos se pueden apreciar, concentrados, en los artículos que firman en los espacios que los periódicos les facilitan gratuitamente, sin duda porque son gente a las que apenas se escucha en la radio ni se les ve en televisión y debemos echarles una mano. Ahora han dado un paso más adelante: ofrecernos explícitamente su despepitada y bobalicona ignorancia. Una ignorancia decorativa y petulante. Una ignorancia de exhala todo el encanto de personas encantadas de haberse conocido y a la que incluso el clic necesario para una consulta en la wikipedia se les antoja un gesto agotador.

Ignacio González Santiago (diputado nacionalistoide) y Pedro Fernández Arcila (concejal dizque ecosocialista) la han tomado, en recientes artículos periodísticos, con la expresión “efecto mariposa” para evidenciar a sus conciudadanos que la ignorancia más churrigueresca está al alcance de todos. González Santiago se refirió sesudamente al efecto mariposa como a un “aforismo oriental”, sin duda muy antiguo, que siglos o milenios después “fue estudiado por Einstein”. Por su parte Fernández Arcila, en su articulejo, elaboró una patochada más compleja: “El efecto de nuestra pregunta en el pleno me hizo recordar aquella teoría conocida como efecto mariposa y que tan en boga estuvo entre la intelectualidad fashion… Los teóricos de aquella moda seudofilosófica…”

No sé si quedarme con la imagen de Einstein vestido con kimono y recuperándose de una resaca de vino de mariposas agrias u optar por Poincaré y Lorentz ataviados como hare krishnas, maquillados por Ágata Ruiz de la Prada y bailando entre los frenéticos aplausos de intelectuales vendidos al oro de la burguesía.

Por supuesto: ni el efecto mariposa relaciona la ancestral cultura china con Albert Einstein ni es ninguna teoría científica ni forma parte de una moda seudofilosófica. Se trata simplemente de una metáfora que hizo fortuna. Y metafóricamente me pregunto que horrenda mariposa, con su tembloroso batir de alas en un atardecer de hace milenios, hizo posible que Canarias cuente con un personal político capaz de fustigarnos con estas tontadas una y otra vez, sin descanso, sin piedad, sin remedio.