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El extraño temor a dialogar > Ana Oramas

El bucle reformista de cada viernes en el que está inmerso el Gobierno de Mariano Rajoy, con el apoyo de la implacable mayoría absoluta del Partido Popular en ambas Cámaras, ha provocado una extraña sensación de impotencia no solo en el resto de las fuerzas políticas sino también en los agentes económicos y sociales, las comunidades autónomas, etcétera.

Su interminable agenda reformista, cuyo guión desconocemos la inmensa la mayoría de los ciudadanos y hasta los propios diputados del PP, se ha ido plasmando dentro y fuera de los Consejos de Ministros sin un diálogo previo y sin la más mínima intención de consenso con otros partidos. El Gobierno de Mariano Rajoy solo rinde cuentas ante la canciller alemana, Angela Merkel, y los emisarios que ésta envía periódicamente a España para supervisar que el presidente de España cumple con los estrictos ajustes dictados por Berlín y Bruselas.

Las reformas transitan por el Congreso y el Senado sin ninguna alteración y sin que los portavoces del PP realicen el más mínimo atisbo de entendimiento con otras fuerzas políticas. Ni lo necesitan ni les interesa demorar el proceso de debate para no alterar la severa agenda con la que el Partido Popular pretende diseñar un Estado más barato pese a que ello suponga autorizar copagos farmacéuticos, incrementar la ratio de alumnos por clase o, por ejemplo, aplicar recortes en el sistema sanitario.

La aparente seguridad con la que actúa el Gobierno contrasta con la desconfianza que existe en la sociedad española ante un Ejecutivo que impulsa proyectos que nada tienen que ver con sus promesas electorales y que, incluso, se sitúan en las antípodas de las recetas que proponían para salir de la crisis cuando el Partido Popular se encontraba en la oposición. Lo más curioso es que el Gobierno se atreve a imponer en solitario una política de recortes que, posteriormente, deberán aplicar otras administraciones. Las decisiones se comunican a las comunidades autónomas una vez aprobadas por el Consejo de Ministros o una vez comunicadas a través de una escueta nota de prensa en la que se anuncia al final del tercer párrafo un ajuste de 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación.

El modus operandi que ha elegido Rajoy ha provocado una caída en picado de la confianza en el Gobierno. Ha incumplido el programa con el que se presentó ante los ciudadanos hace tan sólo seis meses y, una vez en el poder, ha optado por actuar con opacidad, sin ofrecer explicaciones y dando la espalda a los medios de comunicación. ¿Qué recorrido le espera a un Gobierno que actúa de manera unilateral mientras los ciudadanos somos testigos mudos de una cadena de reformas que, hasta ahora, solo ha generado más desempleo y ha multiplicado la desconfianza en un Ejecutivo que cada día se distancia más de los ciudadanos?
Nosotros, desde Coalición Canaria, hemos pedido al Gobierno que abra sin más dilación el diálogo con el resto de las fuerzas políticas. La dramática situación que vivimos exige una actitud responsable de todos los partidos. Y la confianza solo se gana si el Gobierno da un giro a su extraño temor a dialogar y sienta en una misma mesa a todos aquellos que estamos dispuestos a colaborar para que este país recupere credibilidad y fortaleza ante los mercados.

Dice la periodista Monserrat Domínguez que “la distancia entre las palabras y la realidad es cada vez mayor, como lo es entre las convicciones y los resultados, la teoría y la práctica”. Y esa es la distancia -la que existe entre las palabras y la realidad- la que deberá recorrer el Gobierno para rescatar el diálogo y no seguir convulsionando la arquitectura de nuestro Estado y los pilares del Bienestar Social desde la soledad del Palacio de la Moncloa.

*Diputada de CC en el Congreso