Esto no se cobra > Cristina García Maffiotte

El sorteo del recorte > Cristina García Maffiotte

No entiendo la satisfacción que parece producir en las filas del PP la actual situación. Tampoco la entendía antes cuando la deriva que capitaneaba Zapatero levantaba sonrisas en la bancada de la oposición. Y mucho menos cuando la cruzada de este Gobierno contra el déficit está siendo señalada por economistas del mundo entero como equivocada.

Así que, lo único que se me ocurre para explicar la alegría manifiesta de los cargos públicos populares es que debe existir un retorcido sistema de apuestas en la cúpula del PP. Las bases son tan sencillas que se resumen en una única regla: gana el que consiga dar la peor noticia, el peor augurio, lance el globo sonda más apocalíptico o genere mayor pánico. En definitiva, el que dibuje el peor escenario posible. La complejidad viene de la mano del notable número de personas que participan y del concepto mala noticia.

Puntúan doble si las noticias generan alguna protesta puntual en las calles y triple cuando la mala noticia es jaleada con entusiasmo por tecnócratas europeos. Igual son cosas mías, que a veces me pongo muy conspiranoica, pero no se me ocurre otra explicación (bueno sí, pero tienen que ver con enfermedades psiquiátricas y son muchos para que todos sufran la misma patología) a esa cara de satisfacción de ministros, presidentes regionales y cargos públicos cada vez que hablan de nuestra negra realidad mientras siguen ignorando lo que dice el sentido común, el Financial Times y varios premios Nobel de economía.

Puedo llegar a entender (haciendo un enorme esfuerzo) que un gobierno tenga que tomar esas decisiones por causa de fuerza mayor (por ejemplo, que Alemania te esté haciendo bullying) lo que no termino de comprender por qué sonríen y se ríen y les brillan los ojos cuando anuncian el co(re)pago sanitario, las tasas en justicia, la subida del IVA o que en sus previsiones a medio plazo no entra la creación de empleo.

Oigo por la radio a Esperanza Aguirre decir que los recortes le parecen pocos y me da la impresión de que saliva de la emoción. O a Rajoy anunciando que habrá más tijeretazos este viernes y el próximo y el próximo y noto cierta satisfacción en sus palabras; la misma que intuí cuando comentaba con varios líderes europeos que “la reforma laboral me va a costar una huelga general” como si se colgara una medalla en el pecho.

Así que solo me queda la teoría de la apuesta que parece no tener retorno. Se han lanzado a por el bote como locos y solo tienen un objetivo a la vista; ganarlo. Porque el bote no es dinero, no. El bote es lograr la gestión privada de todo lo público. Ese es el único objetivo. Lo único que importa porque ahora sí pueden lograrlo. Ganar el y yo más’del sorteo del recorte del Estado del Bienestar. Solo así se explica que ignoren lo que economistas de una u otra tendencia, de todos los puntos del globo, llevan meses advirtiendo; que la solución al ‘problema español’ no va por buen camino.

Ellos siguen a lo suyo; una carrera desenfrenada que tiene como premio una palmadita europea en la espalda cada vez que pasan por meta y un beso en los labios del empresariado que en breve empezará a hincarle el diente a la parte más tierna del Estado del Bienestar.