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El turismo, la luz que más alumbra

Espacio urbano destinado a actividades turísticas en el Sur de la isla de Tenerife. / DA

ROMÁN DELGADO | Santa Cruz de Tenerife

El turismo canario siguió fuerte, muy fuerte, hasta el cierre del año 2011: el año del regreso a los más de 12 millones de turistas.

En ese ejercicio, el grupo de actividades productivas vinculadas al sector, el más potente en las Islas, y con mucha diferencia, generó una riqueza de 13.416 millones de euros, según la primera estimación sobre el producto interior bruto (PIB) desagregado por sectores productivos para la Comunidad Autónoma de Canarias servido por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en la forma de Contabilidad Regional.

Tal y como refleja esta fuente oficial, aquella generación de riqueza, contabilizada a precios de mercado, significó el 35% del valor añadido bruto (VAB) total del Archipiélago para el ejercicio de 2011, magnitud que no incluye los impuestos netos sobre los productos.

Si se suma esta cantidad global al VAB, se define la variable PIB de Canarias a precios de mercado, que en 2011 se situó, siempre atendiendo a la primera estimación del INE, en 41.733 millones de euros, casi 1.500 millones más que en el año precedente, 2010.
Los registros oficiales no dejan lugar a la duda acerca de cuál es la luz que más alumbra en la economía de las Islas, que, además, en el año 2011, una temporada turística valorada como notable por operadores y gestores públicos, permitió que el PIB creciera gracias a la aportación de dos puntos más a la cuenta general, pues éste pasó de acaparar el 33% del VAB en 2010 al umbral del 35% un año después. Esta dinámica, unida al leve aumento en la actividad industrial manufacturera, es la clave de que la Comunidad Autónoma de Canarias haya remontado en términos económicos en el ejercicio pasado.

Otra cosa, igual hasta bien diferente, será la que ocurra en el año en curso, en 2012, cuando ya se ha confirmado que España está en recesión (dos trimestres consecutivos sin crecimiento), Reino Unido tiene agudos problemas y las economías de los países de la Unión Europea no están como para celebrarlo con voladores. A esta coyuntura se une la reactivación de algunas ofertas turísticas en la parte africana de la cuenca del Mediterráneo, el impacto negativo que tendrá en la competitividad del paquete turístico isleño el anunciado crecimiento del tipo del IGIC, del 5% al 7%, y los efectos, aún por evaluar, de dos decisiones polémicas cocinadas por el Gobierno central del PP a través del ministro de Industria, Energía y Turismo, del canario José Manuel Soria. Se trata de la renuncia a prorrogar las bonificaciones de tasas aéreas para nuevas rutas y del aumento, en una media superior al 10%, de las tasas de AENA para los aeropuertos isleños. El primer susto ya lo dieron las cifras de abril pasado.

Pero la pregunta clase es: ¿qué hemos tenido y obtenido en los años 2009, 2010 y 2011 y qué nos espera para este 2012 y años venideros en el sector turístico de las Islas Canarias? Antes de seguir con los epígrafes de este guión, conviene decir una obviedad: que se conoce bastante bien el balance turístico más reciente y que sólo podemos aproximarnos algo, quizás poco, al futuro más cercano, pues lo que ocurra a medio o largo plazo, de un año en adelante, como jamás gusta analizar a los expertos financieros, está por ver, sobre todo porque la cosa está que arde: está que arde en los destinos competidores de la parte meridional de la cuenca del Mediterráneo y está que arde en las economías país de la Unión Europea, el espacio que casi en exclusiva provee de turistas a las áreas especializadas en Canarias, y sobre todo ahora, con la confirmación de que las cosas tampoco van bien en Reino Unido, el gran cliente canario junto a Alemania.

Dicho esto, se puede sostener que Canarias, al menos desde 2003, por poner como punto de referencia la aprobación de la Ley de Directrices (las generales y las de ordenación del turismo), ha hecho poco, o no lo suficiente, por cambiar las tendencias y por apostar por otro modelo: más sostenible, palabra en boga, o sea, menos dependiente de coyunturas externas y de toses británicas o alemanas. Y claro que no es fácil.

Paseo de litoral, en el Sur, con gran afluencia de turistas. / DA

De esas incapacidades derivaron en parte los lamentos de los años 2009 y 2010, cuando Canarias se comportó como un destino agotado, sin ideas y muy vulnerable, más de lo debido, y siempre al dictado de las coyunturas existentes en los espacios que producen nuestros visitantes. Esto se notó de manera aguda en aquellos ejercicios. Falló Alemania, su economía, y esa enfermedad generó una neumonía con elevada fiebre en las Islas. Es lo que tiene recibir cuatro millones al año de alemanes, más del 30% del total canario. El mismo efecto se puede describir para Reino Unido. Y para de contar… Ah, y el mercado peninsular, que éste entró directamente por Urgencias y hoy sigue en la UVI, sin cuidados que permitan activar parte del negocio perdido.

Y claro que se cuenta con que la cosa está muy mal en España, y así seguirá por ahora; eso sí, casi igual de mal que las ideas de Canarias destinadas a modificar la tendencia y a conseguir remontar el vuelo con gente de esa procedencia, que, y esto ya hay que verlo muy nítido, no se puede crecer o bien mantenerse en la cifra de los 12 millones de visitantes al año sólo a base de crisis internas de otros países, que en parte con el impulso dado por las rebeliones en el norte de África se regresó en 2011 a los 12 millones de visitantes. Así ocurrió y, según los parámetros dominantes en el discurso de gestores públicos, también parece que ése fue el principal reto del año cerrado, después de las amarguras recientes y de la pobreza alcanzada en número de turistas totales recibidos en destinos de las Islas, en especial durante el año 2009 y la primera mitad de 2010. Pero quizás ése no deba ser el único discurso: el de la cifra y el récord.

Y es que la mesa llamada turismo se mantiene en Canarias a duras penas con sólo dos patas: falta al menos una tercera, para que la estabilidad sea plena. Es justo esto lo que parece que no se entiende y en lo que no se incide con suficiencia desde las instituciones públicas que ordenan y actúan en estas actividades desde las Islas, a veces en alianza con instancias del Estado.

Pero ¿qué paso en 2009 y en parte de 2010? Pues algo muy sencillo: que la gente que suele tirar para Canarias, sobre todo trabajadores y clase media baja de los países desarrollados de Europa, no tenía un duro, y el poco dinero que había estaba en la caja fuerte, como medio de generar tranquilidad ante el futuro incierto que domina el ambiente.

Con esta situación económica y financiera en la UE, las Islas tuvieron que tragar carretas y carretones, y confiar en el abaratamiento de la oferta para captar algo más, para tener pobladores en recintos turísticos en algunos casos desangelados.

Tras recuperaciones débiles de países potentes de la UE, en especial Alemania, se inició otro rumbo y la escalada impulsada por ese país empezó a sumar tanto como la coyuntura de inseguridad y de guerra que se había activado en países del norte de África y de Oriente Próximo, destinos más baratos, más exóticos y en algunos casos más cercanos a las residencias de los turistas europeos.
Así que la suma de esas dos cosas, más otras quizás menores, permitió que se produjera el vuelco, y en él ahora se ésta. Es el vuelco que permite la vuelta, con juego de palabras incluido, a los históricos 12 millones de turistas, que no está mal, pero que tampoco está bien ni debe ser el único ni el más relevante de los objetivos aún por alcanzar, que igual en 2012 se da vuelta a la tortilla.

Además, aparte de los factores externos que han ayudado a ser lo que se era antes de 2009 (los 12 millones), siempre factores externos (los que activan y desactivan otros, un volante que no maneja Canarias), algo han contribuido al nuevo boom las medidas negociadas y conseguidas por el Gobierno de Canarias (CC) a través de pactos con el PSOE, a cambio de prestar apoyo a esa formación política nacional (muy debilitada) en el Congreso y desde los escaños de CC, en especial la bonificación de tasas aéreas, hoy en el limbo.

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Dudas y tropiezos

Primer aviso numérico. La Viceconsejería de Turismo del Gobierno de Canarias difundió estos días las cifras de pasajeros extranjeros llegados a aeropuertos locales durante el pasado mes de abril, según datos aportados por Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea. En ese mes, Canarias captó la visita de 787.687 extranjeros, lo que supuso un descenso del 15,9% respecto al mismo mes de 2011, es decir, 148.948 menos. Respecto al acumulado del año, el destino turístico Islas Canarias registró 3.648.225 pasajeros extranjeros, lo que implica 114.310 menos, es decir, el 3,04% inferior que en igual periodo del pasado año. Destacó el incremento de los rusos, franceses y lusos.

El golpe del IGIC. Es la gran batalla que los empresarios locales que gestionan alojamientos turísticos hoy tienen pendiente. El Ejecutivo de Paulino Rivero quiere subir el IGIG, en su tipo general, del 5% al 7%, lo que implicará un deterioro de las cuentas de los hoteleros, que negociaron sus contratos con el tipo 5%. La caída de ingresos se cifra en 100 millones de euros, y las patronales turísticas de las Islas ya han dicho que de eso nada. Pronto, el 21 de mayo, habrá una reunión con Rivero para abordar esta cuestión, pero también es verdad que el portavoz del Gobierno de Canarias ya ha avisado de que las soluciones tendrán que llegar, si llegan, en el trámite parlamentario de la ley que imponga aquel cambio en el tipo medio del IGIC.

El portazo del Estado. La crisis, según lectura del PP, ha obligado a recortar por todos lados y a elevar el esfuerzo fiscal donde ello se consideraba posible. Esta situación ha tocado de lleno al turismo isleño, que se ha quedado sin la prórroga de las bonificaciones en tasas aéreas y con la aplicación de costes más caros para las aerolíneas por parte de AENA. Y a esto se une la ausencia de apoyo estatal a la inversión en infraestructura turística. ¡Casi nada!

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