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El voto de castigo a los grandes partidos marca las elecciones griegas

RAMÓN SANTAULARIA (EFE) | Atenas

El voto de castigo a los dos principales partidos, el socialista Pasok y el conservador Nueva Democracia, que han sufrido una gran sangría de votos, ha dominado las elecciones generales griegas celebradas el domingo.

Ambas formaciones han pagado un elevado precio por apoyar el ambicioso y durísimo plan de rescate impuesto por la Unión Europea (UE) para mantener el país en la eurozona.

“Hemos estudiado el programa de los partidos y vamos a votar al que robe menos”, ventilaba su frustración una joven pareja veinteañera en una terraza del barrio popular ateniense de Dafni antes de ir a las urnas.

Es una realidad visible que muchos ciudadanos están decepcionados y airados con la “cleptocracia” de los políticos en las últimas décadas, que ha abocado al país a la bancarrota, un proceso que solo podrá evitarse si llegan a tiempo los fondos de los prestamistas internacionales, principalmente la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

Este desencanto ha trasladado el voto que han recibido tradicionalmente socialistas y conservadores a formaciones más pequeñas, desde la extrema izquierda a grupos de extrema derecha, entre ellos el neonazi Amanecer Dorado, que se estrenará en el Parlamento con un 7 por ciento de los votos.

En la izquierda están, por ejemplo los maoístas del KKE (m-l), los trotskistas del EEK y los prosoviéticos del KKE, por citar solo algunos de la media docena de partidos que tienen la hoz y el martillo en sus emblemas. El KKE también estará en el Parlamento.

El temor generalizado es que el nuevo gobierno, sea del color que sea, recorte salarios y pensiones y reduzca aún más las prestaciones de sanidad, que ya son precarias por las duras medidas de austeridad introducidas en los últimos dos años.

Para muchos observadores, la ira ciudadana está plenamente justificada cuando se analiza la conducta del vencedor virtual de los comicios de hoy, Antonis Samarás, líder del conservador Nueva Democracia, quien juró antes de ir a las urnas que no formaría gobierno con los socialdemócratas del Pasok.

Pero cuando aún no se había confirmado hoy el escrutinio oficial definitivo, Nueva Democracia ya adelantaba que está dispuesta a negociar un gobierno de coalición -casi con cualquiera- al ver que no le bastará el apoyo popular para gobernar en solitario.

“El primer esfuerzo de Samarás será formar un gobierno”, apuntaban apenas cerradas las urnas fuentes del partido conservador, que se ha alternado en el poder con el Pasok durante casi cuatro décadas en Grecia.

El desconcierto y la desazón por el empobrecimiento de la población, cuando Grecia se encuentra en el quinto año de recesión, han sido palpables en estas elecciones.

Pero también en Bruselas y entre otros socios comunitarios habrá poco motivos de alegría con unos resultados electorales que invitan a reflexionar seriamente sobre la dura estrategia impuesta de austeridad a toda costa para salvar a Grecia de la quiebra.

Cuando aún estaba fresca la tinta de las últimas papeletas depositadas hoy por una ciudadanía iracunda, que ha visto menguar sus ingresos mediante elevados impuestos y recortes, quedaba meridianamente claro que la inestabilidad política seguirá siendo una compañera inseparable del nuevo Ejecutivo.

Sin una mayoría cómoda y con unas nuevas medidas de ahorro del orden de 11.500 millones de euros que debe aplicar Grecia en junio para cumplir con el plan de austeridad programado por las entidades internacionales, la frágil paz social está seriamente amenazada.

La frustración por el castigo recibido en las urnas también era fácilmente visible en las filas de los socialdemócratas del Pasok.

Su líder, Evángelos Venizelos, declaraba ante las cámaras de televisión: “hemos defraudado al pueblo en nuestro esfuerzo para mantener a Grecia en la Unión Europea y la eurozona”.

“Los partidos tanto de derechas como de izquierdas especularon compitiendo para demostrar quién era el más populista…De las elecciones no ha salido un claro vencedor y es necesario un gobierno de unidad nacional con partidos de orientación proeuropea. Estoy seguro que el pueblo protegerá el futuro del país”, afirmó.

Pero si no hay un vencedor claro, tampoco ha habido un programa definido que aleje el fantasma de la incertidumbre y de las penurias económicas, tanto presentes como futuras que acechan a la sociedad griega.