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En opinión de Hermoso > Francisco Pomares

Las declaraciones de Manuel Hermoso sobre la conveniencia de que Rivero no compatibilice la presidencia del Gobierno con la del Coalición Canaria han sentado a cuerno quemado en el bunker de Presidencia y caldeado un poco más un congreso nacionalista ya de por sí bastante asirocado.

Lo cierto es que Hermoso tiene autoridad para hablar: fue el principal inspirador de la gestación y desarrollo de Coalición Canaria y de lo que se denominó entonces como “moderno nacionalismo”. También fue quien logró vertebrar la unidad política de los partidos insularistas, localistas y centristas de toda la región, enfrentados entre ellos hasta 1993, y aglutinarlos en torno a una fuerza política que ha gobernado los últimos veinte años en Canarias de forma ininterrumpida. Además, es un político recordado con afecto por muchos ciudadanos.

Quizá por eso es poco dado a hacer declaraciones públicas: tiene bien interiorizado aquello que una vez dijo Felipe González de que los expresidentes son como jarrones chinos que acaban estorbando se pongan donde se pongan. Desde que abandonó la Presidencia, hace ya trece años, Hermoso sólo ha protagonizado media docena de declaraciones de calado, y casi todas ellas de carácter conciliador o para reivindicar la figura de algún compañero. No le gustan al exalcalde los conflictos y es poco dado a liarla. Sus reflexiones sobre la situación en el partido que él fundó tienen por eso mayor enjundia y trascendencia.

Además de oponerse a que Rivero concentre el poder político del Gobierno y el del partido, y recomendar que se persevere en la fórmula de equilibrios interinsulares que permitió a Coalición Canaria ser la única fuerza política que sumó mayorías absolutas en el Parlamento, Hermoso ha planteado algunas otras cosas de importancia: para empezar, ha reconocido con toda rotundidad el deterioro de su partido, que achaca al olvido de que hay que atender a lo que se piensa y siente en la calle, una reconvención realizada en pasivo, pero que viene a ser una forma de decir que las cosas no se están haciendo en Coalición como se debería, y que por eso se pierden apoyos desde hace años.

También ha amagado el exalcalde con una propuesta heterodoxa, planteando la necesidad de un gobierno de concentración en las Islas, en el que el PP se incorpore al esfuerzo para salir de la crisis. Todas esas propuestas suponen una desautorización de facto de la política de Rivero. Han sido planteadas con cortesía y de forma exclusivamente personal, pero es lógico que hayan enfadado al presidente: porque significan que -en opinión de Hermoso- todo se está haciendo muy mal: en el partido, con los votantes y en la dirección del Gobierno.