Mayo es un mes festivo en el ámbito popular por su vinculación con la floración y el apogeo de la fecundidad de la tierra.

Muchos pueblos representan diversas costumbres en las que se sublima la fecundidad, no sólo en el ámbito agrícola, sino también humano. Por ejemplo, Domingo J. Navarro nos cuenta cómo a finales del siglo XVIII las muchachas casaderas de Las Palmas se rodeaban de flores y, con el nombre de Mayas, eran cortejadas por los jóvenes del pueblo, mientras recitaban insinuantes: “A la Maya, Señor Caballero… vale más la Maya que tener dinero”. También se le llamaba Mayos a diversos muñecos o peleles con posturas grotescas que se colocaban el primer día de mayo en tejados de varios pueblos isleños, rito que aún pervive en Santa Cruz de La Palma. Lo cierto es que ya desde la antigua Roma tenían lugar fiestas primaverales como la de Attis, en la que se engalanaba un tronco de pino recién cortado, lo que algunos han visto como claro antecedente pagano de la celebración cristiana más importante de mayo: la Fiesta de la Cruz. Desde muchos pueblos peninsulares hasta el ámbito sudamericano encontramos variantes celebrativas, de la que destacamos la realizada en el oriente venezolano, donde se entonan las hermosísimas Malagueñas en honor a la Cruz. Según el historiador Manuel Hernández, en Canarias se celebra ésta desde los inicios de la conquista y son muchos los pueblos en donde adquiere gran relevancia, como Los Realejos, donde el enrame de cruces inunda el pueblo con más de trescientas cruces confeccionadas por los vecinos.

Particular mención merecen las ciudades de Santa Cruz de Tenerife y Santa Cruz de La Palma en las que se conmemora el aniversario fundacional de ambas localidades. En cualquier caso, deseamos felices fiestas a todos los que la celebran.