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Grecia (I) > Leopoldo Fernández

Grecia es el paradigma del disparate y la locura económica. El peor de los ejemplos para cualquier país que pretenda ser viable. Ahora mismo, su futuro es más que sombrío y la ligereza de sus dirigentes de tantos años va a arrastrar a los helenos a una situación angustiosa y lamentabilísima que, como mínimo, puede durar toda una generación. Lo peor es que la irresponsabilidad de la clase política dirigente, con encarnadura de las familias Papandreu (izquierda) y Karamanlis (derecha), enquistadas históricamente en el poder, ha contagiado a su vez a toda la zona euro y siembra la inquietud sobre el futuro de la moneda única y de la propia Unión Europea (UE). Según cálculos de la UE, a finales del presente año la deuda griega superará los 360.000 millones de euros, en torno al 156% de su producto interior bruto. Con el tercer rescate en marcha y en disposición de poder afrontar tan sólo los pagos comprometidos durante mayo y junio, el país se encamina hacia la insolvencia. En todo caso, con o sin ayudas, nunca podrá pagar lo que debe. La cosa viene de lejos, desde la dictadura de los coroneles y la caída de la monarquía, en que la deuda se cuadruplicó de 1967 a 1974. El escándalo más sonado se produjo con ocasión de los Juegos Olímpicos de 2004: con un presupuesto inicial de 1.300 millones de dólares, acabaron costando más de 20.000. Por el camino quedaron sobornos, comisiones, compras de intereses y mil y una peripecias que continuaron más tarde con la compra de enormes cantidades de material militar (dada la tensión que mantenía entonces con su vecina Turquía), de telecomunicaciones, ferrocarriles y hospitalarios, trufadas todas de nuevas y más graves corrupciones y deudas millonarias, que se redondearon con la flagrante falsificación de la contabilidad nacional para entrar en el euro. Luego vinieron jubilaciones anticipadas masivas, fraudes fiscales sin fin, escandalosas subidas de salarios, creaciones de centenares de empresas públicas que sólo servían para colocar a los amigos de los partidos. Los bancos occidentales prestaron al país ingentes cantidades de dinero y cuando estalló la crisis Grecia no pudo más y entró en barrena. Lo demás es bien conocido: austeridades, brutales reducciones de salarios públicos y privados, suspensión de los programas de ayuda a los pobres, incremento de la edad de jubilación, reducción de las subvenciones a desempleados y las familias numerosas, suspensión de convenios colectivos, subida de impuestos y tasas, despido masivo de funcionarios… Consecuencia de todo ello son la inestabilidad política, las huelgas, las manifestaciones diarias, la radicalización de la viuda pública… El despilfarro, la buena vida, el dolce far niente italiano han sido el caldo de cultivo de tanta ineficiencia e irresponsabilidad.