... y no es broma >

Hitzefrei > Conrado Flores

Quienes hayan estado trabajando esta última semana en entornos sin aire acondicionado han pasado un mal rato. Yo soy uno de tantísimos trabajadores que han padecido esta ola de calor mientras intentaban ejercer su profesión con la mayor dignidad posible. Ha sido duro, pero las personas que dedican toda su jornada a recibir una formación, niños, jóvenes o adultos, y que han tenido que permanecer durante cuatro o seis horas sentados en un pupitre dentro de un espacio sin aire acondicionado han vivido un auténtico calvario.

Estos días, los alumnos canarios han aprendido junto a sus profesores el verdadero significado del término “sofocado” y todos sus sinónimos. Nuestros jóvenes, agobiados y ruborizados, han intentado prestar atención a las explicaciones con la poca paciencia que les permitía su termostato. Dentro de una especie de amnistía por supervivencia, han arrastrado botellas de agua por los pasillos de los centros educativos y se han abanicado dentro del aula. Tras cada sesión de clase, irritados y asfixiados, han discutido con sus compañeros sobre la idoneidad o no de dejar las ventanas abiertas para dejar correr un aire que nunca corrió.

Los profesores por su parte, abochornados y fatigados, han entendido que estos iban a ser días de conflictos entre el alumnado. Las altas temperaturas irritan, dificultan la concentración y acentúan la mala leche. En un entorno como este, los chicos se muestran más violentos, inquietos e impacientes. Es posible que el cambio climático la haya cogido con nosotros o que, visto el clima del pasado invierno y el de esta primavera, sea verdad que el mundo se acaba en diciembre.

En un país tan admirado como Alemania, del que lamentablemente sólo copiamos lo malo, existe una ley conocida como “Hitzefrei” por la cual, si en un centro educativo se alcanzan más de 25º C a las 11.00 horas de la mañana, el director puede dar por suspendidas las clases. Los profesores permanecen en su centro de trabajo mientras los chicos, colorados y ahogados, se van a sus casas. Esta medida permanece en vigor porque se entiende que en un entorno de calor superior a ese, el alumnado tiene grandes problemas para mantener su rendimiento y su atención. No obstante, los docentes alemanes, que trabajan menos horas de media que los españoles pero ganan más, tienen menos motivos para sentirse ahogados y calenturientos. No me los imagino con los 42º C del lunes.