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Horda > Alfonso González Jerez

Un grupo de colectivos (más o menos) universitarios, entre los que figuran Iniciativa Estudiantil Canaria, Universitarios Canarios por la Calidad, Asociación Canaria de Estudiantes, Grupos de Estudiantes Universitarios, Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario y bULLA! habían convocado para ayer una manifestación que tendría en las escaleras del edificio central de la Universidad lagunera su punto de partida y que terminaría en la sede del Rectorado. Ya han podido leer cómo terminó la manifa: se forzó la entrada de la sede rectoral, se ocuparon varias dependencias durante más de una hora y un grupo de impresentables se dedicó a destrozar fotocopiadoras, volcar contenedores y cubos de basura, emprenderla contra varias piezas de mobiliario y pintarrajear las paredes con grafitos tan nobles como Educación Libre y Becas Sí Tasas no. Los manifestantes, y desde luego los encapuchados, se fueron tranquilamente de rositas y quizás se mandaron después unas garimbitas y una tapa de ensaladilla en el Benjamín para celebrar su hazaña: el terrible zarpazo infringido al orden simbólico de un saber represor o al sistema del capitalismo globalizado o a cualquier imbecilidad semejante perfumada por sus hormonas.

En caso de ser detenidos yo jamás le impondría multas o penas de cárcel a esta babosa manada de gamberros. Simplemente les vetaría el acceso a la Universidad o su continuidad en los estudios de sus respectivas facultades o escuelas universitarias. Hace pocos meses un grupo claustral (AMEC) estuvo a punto de ser expedientado por un comunicado que, a determinados poderes universitarios, se les antojó intolerable. Este brutal abuso de poder pudo ser frenado a tiempo: al margen de cualquier otra consideración abrir un expediente de expulsión por una suerte de delito de opinión no es ni democrática ni universitariamente de recibo. Ocupar violentamente dependencias universitarias, destrozar equipos, ensuciar las paredes y desperdigar por los pasillos la basura y por los retretes el papel higiénico usado resulta, en cambio, una agresión contra toda la comunidad universitaria, que será la que se encargue de asumir los gastos originados por los desperfectos de la alegre horda estudiantil. Y toda esa furia paródica no es más que un happening montado por una cuadrilla de descerebrados para su propio disfrute. Ni pragmática ni moralmente tiene ninguna justificación. Por supuesto, puede entenderse como una prueba más del fracaso del sistema educativo vigente -los propios universitarios llenando de mierda y detritus su Universidad- pero eso no le resta un ápice a sus responsabilidades individuales como alumnos y ciudadanos.