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La culminación del puerto de Garachico > Ricardo Melchior Navarro

La ilusión y la esperanza son factores clave para afrontar la difícil coyuntura económica que nos ha tocado vivir. Sin una y otra resulta complicado -por no decir imposible- empeñarse en la tarea común de remontar una situación que no solo requiere altas dosis de sacrificio, sino que también nos exige el ánimo necesario para reemprender la senda de progreso y bienestar por la que caminábamos. Con esa actitud fue posible superar otros instantes adversos, registrados a lo largo de nuestra historia, y estamos seguros de que volveremos a lograrlo.

La reciente inauguración del puerto de Garachico, un acto sencillo en el que tuvimos la oportunidad de participar la pasada semana, puede servirnos como ejemplo del valor que adquiere dicho estado de ánimo. Porque ilusión y esperanza fue lo que apreciamos en las gentes de esa localidad, y en general de toda la comarca, durante ese encuentro, que simbolizaba, de una parte, la recuperación de una instalación perdida con el paso del tiempo, y de otra, la culminación de una moderna infraestructura llamada a revitalizar la economía de la zona.

Pero la culminación de los trabajos para que el puerto sea hoy una realidad, lo mismo que un estímulo para la recuperación económica, no ha resultado sencilla. Por el camino hubo que sortear dificultades de todo tipo, que han exigido por igual paciencia y tenacidad. Bien lo sabe uno de sus valedores más destacados, como es el presidente del Consorcio de Daute Isla Baja, Lorenzo Dorta, que en su dilatada trayectoria como alcalde del municipio y consejero del Cabildo nunca cejó en el empeño de ver acabado este recinto.

Desde el gobierno de la Corporación insular hemos venido defendiendo la necesidad de su construcción como un asunto prioritario, convencidos del papel dinamizador que va a representar para el progreso del norte de Tenerife y el equilibrio insular. Y sucede igual con el proyecto portuario previsto en el Puerto de la Cruz, largamente demandado, que ha sufrido una parálisis injustificable, como consecuencia de la manifiesta insensibilidad de representantes oficiales alejados de Tenerife. Iniciativas como las llevadas a cabo en la comarca de Daute Isla Baja sirven como ejemplo de lo que podría reproducirse en otras zonas de la Isla, teniendo en cuenta aquellas aplicaciones específicas que fuera preciso introducir en cada caso, siempre que contemos con la necesaria participación financiera de otras administraciones. Pero solo será posible si en esas instancias superiores acaban de entender la necesidad de impulsar medidas que favorezcan la imprescindible reactivación de la economía y la generación de empleo. No hay otra manera.

Sirvan como ejemplo las perspectivas de futuro que se abren con la entrada en servicio del nuevo puerto. Su orientación pesquera, deportiva y comercial ha de propiciar el impulso de una actividad profesional ligada a la tradición, además de servir como atractivo complementario en nuestra oferta turística y de servicios. En definitiva, disponemos de un nuevo foco para el relanzamiento económico y social, mediante la creación de puestos de trabajo. Con la ayuda de la iniciativa privada, hemos de ser capaces de aprovechar su privilegiada ubicación y modernas instalaciones.

Me encantaría que en un plazo próximo podamos hacer una reflexión similar sobre el recinto portuario previsto en el Puerto de la Cruz, de la misma manera que lo hacemos hoy con este de Garachico. Sería la mejor manera de constatar un cambio de actitud en quienes deben entender el carácter motriz de estas infraestructuras públicas. No hay otro camino.