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La estela de José Domingo Gómez > Ricardo Melchior Navarro

La reciente desaparición del abogado tinerfeño José Domingo Gómez García ha causado una honda tristeza en la sociedad de nuestra Isla, donde se le apreciaba y quería. Su fallecimiento repentino ha supuesto un duro golpe para cuantos conocimos de sus múltiples cualidades como profesional del Derecho y, por encima de todo, como persona siempre dispuesta a trabajar por el progreso de nuestra sociedad, en diferentes ámbitos.

Pocos días antes de que se produjera el fatídico desenlace, tuvimos oportunidad de compartir en el Cabildo una de esas charlas amenas que manteníamos frecuentemente. Un encuentro que nos permitió conversar sobre asuntos profesionales, igual que de aspectos de la vida y de las personas, con una referencia a los instantes difíciles que nos está tocando afrontar. Juicioso y cabal, lejos de caer en la pesadumbre, mostraba siempre una sensibilidad especial para buscar salidas a los problemas. Porque José Domingo transmitía un vitalismo excepcional. Nos conocíamos desde muy jóvenes y así lo apreciamos siempre.

Muchas han sido las expresiones de pesar surgidas en estos días, desde distintos sectores de la sociedad local, como consecuencia de su óbito. Profesionales del mundo de la abogacía y la administración de justicia, así como representantes de los medios de comunicación y del deporte, han convenido en señalar el amplio conocimiento y la brillante ejecutoria que caracterizaron toda su carrera. Pero, de manera fundamental, todos han coincidido a la hora de ponderar, asimismo, la honestidad y la bondad con la que siempre se mostró en el trato con los demás.

Su inquietud por la didáctica, aplicada en el campo del Derecho, nos permitió conocer mejor la ciencia jurídica, gracias a sus atinados y oportunos artículos semanales en las páginas de “Diario de Avisos”, en una tarea divulgativa que no tiene precio. La continuidad en la tarea, ahora a cargo de su desconsolada mujer y de sus hijas, fieles seguidoras del magisterio profesional y humano de José Domingo Gómez, servirá también para mantener viva su memoria.

Igual que para las gentes del deporte –en particular, del fútbol y el baloncesto–, a quienes deja un legado extraordinario. Sobre todo para los dirigentes de dos entidades de enorme arraigo social, como son el CD Tenerife y el CB Canarias, a los que brindó una dedicación indesmayable, mediante un trabajo trascendental para hacer frente a momentos complicados en la vida de ambos clubes.

En definitiva, nos ha dejado una persona noble y trabajadora. Perdemos a un hombre esencialmente bueno, siempre volcado con su familia y su profesión, con sus amigos y su Isla. Pero nos queda de por vida su figura y su ejemplo, con lo que esto supone como modelo a seguir. Como una estela imperecedera.

(*) Presidente del Cabildo de Tenerife