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La momia > Francisco Pomares

La intelligentsia nacionalista canaria está ahora ocupada en la repatriación de los venerables restos de una momia guanche que los pérfidos godos se llevaron con alevosía cuando aquí nadie prestaba mucha atención a estas cosas. Ahora la tienen guardada bajo siete llaves en el Museo Arqueológico de Madrid. Antes que nada, creo yo que habría que agradecerles que la guardaran tan bien que ahora podamos reclamarla, porque de otras que se quedaron aquí no quedan ya ni retazos de arpillera. En fin, que este suena a uno más de esos empeños pertenecientes a la colección Margaret Astor de maquillaje político. Como la perejilada de Gibraltar: a qué viene ahora montar un cirio diplomático, sacar la Guardia Civil a patrullar los mares y privar a doña Sofía de ir a ver a su parienta Isabel II, total, porque Gibraltar ha decidido aplicar una ley que prohíbe la pesca con trasmallo. Los nacionalismos -los de arriba y los de aquí abajo- adoran la pataleta y el despiste: cada vez que hay problemas se inventa un enemigo exterior y a pasar el rato.

Por volver al terruño: uno diría que Canarias ganaría más si en vez de repatriar momias nos dedicáramos a exportarlas. Tenemos gran abundancia: desde las que se sientan en nuestro Parlamento amortajadas en su sueldo incognoiscible, hasta las que pasean en los coches oficiales del gobierno, las que hablan y hablan y se pelean sin que seamos capaces de sentir que están haciendo algo útil por nosotros, las que se pasan el día pidiendo subvenciones o las que dirigen periódicos reclamando el apocalipsis. No nos vendría mal poder librarnos de unas cuantas de ellas  enviando lejos de aquí el pensamiento momio de las piezas más obsoletas del acervo insular.

Ocurre que Canarias esta sufriendo un proceso irreversible de osificación en sus ideas, en sus propuestas, en sus expectativas y -por supuesto- en sus dirigentes. No creo que para ninguno de los más de 350.000 canarios en paro tenga demasiada importancia -ni siquiera simbólica- la reclamación urgente de esos huesos aborígenes. Pero el nacionalismo canario, a falta de ideas para afrontar el presente, prefiere aferrarse a la nostalgia del pasado. La épica de la historia se enfrenta a la tragedia de lo de hoy. Pero lo que deberíamos esperar de nuestros dirigentes es que se ocupen más del presente y del futuro. Y en ese árido terreno solo escuchamos el silencio de las momias. Tal vez debamos repatriar la momia. Y hasta sería buena idea nombrarla presidente de este garito de hospicianos en que se ha convertido el Gobierno regional. Al menos tendríamos alguien menos disecado que el de ahora. Aunque sea por cambiar: me pregunto si Ana Oramas estaba pensando en eso.