el salto del salmón >

Larga vida al populismo > Luis Aguilera

Nunca la televisión se me parece tanto a una pecera como cuando veo a ciertos panelistas pontificando sobre América Latina desde algún programa de opinión en canales españoles. Las peceras tienen la particularidad de ser un medio acuático inserto en el lugar menos propicio. Tal de sí un salón o una biblioteca. Y que todo lo que se sumerge en ellas es artificial. Los corales son de plástico, la comida de fábrica, las algas de goma, el oxígeno de enchufe. Si a estos pececillos les fuera dado el don de la palabra, jamás podrían hablar de las turbulencias de los fondos y del torrente de los ríos ni estarían autorizados para juzgar a otros de su especie menos decorativos y más de junco y fango. A estos señores les sucede algo semejante. Creyéndose representantes del primer mundo hablan, desde su cajita de cristal, con desprecio e ignorancia de lo que acontece aquende de los mares.

Pero donde están más herrados y errados es en la permanente descalificación de los gobiernos progresistas y progresistas digo porque nunca tuvo más perfecta acepción esta palabra. Lo que está pasando bajo los gobiernos de este signo, de consolidarse en el tiempo, será mucho más importante y decisivo en la vida de sus ciudadanos de lo que en su momento fue la Independencia. Entonces solo hubo una sustitución de abolengos y no una revolución. Ahora y por primera vez han llegado al poder líderes de estratos medios y populares y el absolutamente inimaginable de un indígena. Bastaría este único suceso para establecer un quiebre histórico en América Latina.

Los mencionados opinólogos, qué cara de gusto ponen cuando demonizan a estos presidentes acusándolos de “populistas”. ¿Qué pretenden decir con “populistas”? ¿Que actúan para manipular a las cándidas y embrutecidas turbas? Veamos algunos ejemplos de lo que han conseguido pues hay poco espacio para tantos logros. Cuando Chávez y su lamentable caudillismo pasen, van a quedar reformas fundamentales como la Ley de Tierras, las de educación y la laboral, el modelo de erradicación de tugurios, la promoción de empresas agrícolas y cooperativas, el plan de alimentación como primer derecho a la salud y la salud misma. En Ecuador la seguridad social, que cubría a unos pocos trabajadores, alcanza ya al 95% de la población. Se han modificado de cuajo todos los niveles de la educación con máxima exigencia en su calidad para el 2020. La ecología se ha convertido en política de Estado y el índice de pobreza desciende casi a la mitad. En Bolivia por fin hay estabilidad institucional, democracia real y plurinacional, que no es poco. Se ha creado un fondo de solidaridad que pensiona a todos los mayores excluidos y se han recuperado recursos estratégicos que antes no dejaban más del 4% y ahora el 35. Argentina ha creado 5 millones de puestos de trabajo, ha asegurado el bienestar de los menores con la asignación universal por hijo, la educación es pública y gratuita, se recupera la industria y se exporta tecnología. En Uruguay, Pepe Mujica eleva todos los estándares de producción y vida y ni qué decir tiene lo que han hecho de Brasil los populistas Lula y Vilma: su peso comienza a equilibrar el mundo. Si esto es populismo, señores, larga vida al populismo.