sin objetividad >

Lo que te quita y te da la vida, por José Antonio Felipe Martín

Siendo colchonero he de reconocer que con nada se sufre más que con el CD Tenerife. El Atlético resulta que se lleva dos veces la Europa League, otra la Supercopa de Europa y demás, pero los blanquiazules te dan más tristezas que alegrías. Los play off van a ser un sinvivir, una tortura china, algo peor que haber escuchado a Miguel Concepción y Miguel Ángel Ramírez quejarse por los recortes del Gobierno, peor que escuchar a algún periodista radiofónico de Las Palmas narrar un partido en el que está el Tenerife de por medio. Pero hay formas de vivir y los que nacimos en esta Isla estamos condenados a hacerlo sufriendo en el Heliodoro. Da igual el resultado, que tengas ventaja de dos goles o lo que sea: sufrirás.

Éramos superiores al Badalona. Quique Medina ha logrado algo que pocos entrenadores hacen a pesar de parecer sencillo: poner a cada uno en su sitio. Así es más sencillo que te den el rendimiento deseado; así es más complicado equivocarte.

Jorge Perona, motivo de discusiones con mis buenos compañeros Óscar Herrera y Máximo Martín, nos metió ayer en el cuerpo las dudas, el miedo de tener presente aquello de irredente Tenerife, porque, amigos míos, dos descensos consecutivos calan. Vaya que si calan. Tras el garrafal error de Perona apareció Víctor Bravo, el que te desquicia por conducir tanto el balón para abrir el camino y la puerta del éxtasis chicharrero. Pero, porque somos del Tenerife, desconfiamos.

Ni siquiera el gol de Aridane Santana, un canarión como Dios manda, nos dio tranquilidad porque Ceballos nos volvió a recordar que sufrir es lo nuestro porque el guión de que un rival sensiblemente inferior te deje eliminado después de un 2-0 encaja perfectamente en los últimos acontecimientos del equipo que viste de azul y blanco. El fallo de Chechu Flores, antes de que también marcara el suyo, era el ingrediente necesario para ser genuinamente el Tenerife.

Más tarde Flores no fallaría y el ambiente se envolvería de cierto aire épico, rodeado de euforia a pesar de militar en Segunda B. Eso, a pesar de la categoría en la que estamos, nunca cambia y es muy de agradecer. Venía como loco a sentarme a escribir, feliz, dichoso, hasta que vi a Oltra ascender con el Dépor y recordé los motivos de estar en Segunda B, y visualicé al culpable antes de sonreír viendo el triunfo de un amigo, uno que sufrió y lloró con nosotros. Un fenómeno.