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¿Los buenos no pagan IBI? > Francisco Pomares

Antonio Alarcó, senador tinerfeño del PP y portavoz de su partido en el Cabildo, ha sido muy crítico con la propuesta socialista de cobrar a la Iglesia católica el IBI -el impuesto que se paga por las propiedades e inmuebles- y ha calificado de “injusta e inmoral” la iniciativa. Para Alarcó, la Iglesia debe estar exenta de pagar el IBI porque se ha convertido en la ONG más grande del mundo”.

Comparto con Alarcó su preocupación por la oportunidad e intención de la propuesta socialista, realizada de forma más bien oportunista cuando aún no ha pasado un año desde que el PSOE abandonó el Gobierno. Pero compartir preocupaciones no es lo mismo que compartir argumentos.

No tengo claro si la Iglesia debe pagar o no el IBI, y no por su trabajo impagable a través de Cáritas y otras instancias a favor de millones de desfavorecidos, trabajo en el que la Iglesia -con sus luces y sus sombras- redime de paso una parte de sus pecadillos mundanos, su creciente politización ultraconservadora, y el apoyo militante a medios de comunicación y periodistas gamberros que en ocasiones han rozado lo delictivo. No creo que la cuestión que aquí se discuta sea eximir del pago de IBI, o de otras cargas fiscales, a quienes trabajan de forma altruista por los demás. Si así fuera, habría que eximir también a las otras iglesias -la católica no es la única que se curra la beneficencia social- y a centenares de organizaciones no gubernamentales, aunque es probable que la mayoría no tuvieran demasiados inmuebles que cargar. Y esa es la clave de la cuestión: por historia y tradición, y por su influencia pasada en la sociedad española, la Iglesia dispone de millares de inmuebles, muchos de ellos bienes declarados patrimonio cultural y de incalculable valor, que la Iglesia ha mantenido, cuidado y preservado en algunos casos durante siglos, desde la Edad Media. Y no sólo hablo de catedrales. Plantear de bote pronto que todo ese inmenso patrimonio pague el IBI sería tanto como colocar a la Iglesia en situación de quiebra, y probablemente obligaría al Estado a hacerse cargo de una parte de ese patrimonio, en una nueva amortización encubierta. Si hay que revisar la situación fiscal de la Iglesia -insisto en que no tengo claro si debe hacerse o no- debe plantearse con todas las cautelas y con un calendario razonable que haga viable cualquier reforma. El aquí y ahora que plantea el PSOE no es viable. Por eso no lo plantearon cuando gobernaban. Pero no es inmoral, como dice Alarcó. Inmoral es descalificar a quienes no creen lo mismo que uno.