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Maestro de maestros > Domingo Álvarez

A cabo de conocer la noticia. Un serio disgusto. Su hijo mantiene el tipo mientras me cuenta lo sucedido. Procuro animarle pero en estos casos las palabras de consuelo nunca tienen el resultado deseado. Valga mi propia experiencia para decir que el dolor no se puede aliviar. Se agradecen las muestras de cariño, se valora la compañía de familiares y amigos pero los sentimientos, personales, intransferibles, están muy enraizados. El fallecimiento de un padre tiene un demoledor impacto emocional. El alma se tritura. Agradeces el silencio. Basta con una mirada cómplice o un sincero gesto de cariño. No es momento para lamentarse de la crueldad de la vida ni para hacer preguntas sin respuesta.

César Fernández-Trujillo. Maestro de maestros. De insuperable señorío. De excelsa elegancia ante el micrófono. Ejemplo para todos los que tuvimos la ocasión de escucharle y, por lo tanto, de aprender de un profesional excepcional. Un locutor irrepetible. Nunca tuve el placer de trabajar a su lado pero siempre fui uno de sus numerosos seguidores. Los amantes de la radio deportiva lo recuerdan con cariño. En mi caso, además con respeto y gigantesca admiración. Insisto, el mejor maestro para los periodistas de mi generación. Pulcro narrador, pausado,vivaz, con el punto exacto de emoción en el momento apropiado, certero en los adjetivos, respetuoso con el futbolista y con el oyente que nunca tuvieron que soportar la estridencia que nunca formó parte de su particular manual de estilo. Era un recital radiofónico.

La mejor escuela para los que tuvimos una vocación precoz. Voz cálida, singular, distinta,envolvente, cautivadora . Inimitable. Profesional versátil, capaz de lidiar cualquier eventualidad con gran desparpajo y, faltaría más, con enorme capacidad de convicción. Un periodista creíble. El periodista modelo. Un señor. No le conozco enemigos. No creo que existan. César se dejaba querer. Irradiaba amabilidad.Brindó cariño y recibió respeto. Suele pasar.

Nada será igual sin él pero me tomo la licencia de solicitar, ahora con más fuerza aún y con el multitudinario calor de todos los que le admiramos, que se celebren los actos ya previstos como Ilustre de Tenerife y otros que seguro se propondrán para tributarle el merecido homenaje póstumo. No olvidemos por ejemplo que se nos va una de las figuras que asociamos con orgullo al carnaval chicharrero.

César también nos deja una herencia de valor incalculable. La mejor herencia que puede dejar un padre. Un hijo. El otro César Fernández-Trujillo, una excelente prolongación de su padre. Sobran comentarios. Es la mejor carta de presentación. Alumno aventajado. Además tuvo suerte, al profesor lo tenía en casa. Sus compañeros tenemos el placer de compartir el día a día con él. He disfrutado a su lado más de veinte años.Veinte años dan para mucho. Conoce de sobra la estima que le profeso. Un gran trabajador. Un compañero divertido. Silencioso y respetuoso,claro, como su padre. César padre también deja una hija.No he tenido el gusto de conocerla en profundidad pero no me resulta difícil suponer que se trata de una gran mujer. Les envío a ambos una sentida bocanada de estímulo para seguir adelante. No queda otra.

César, gracias. Muchas gracias por todo.

*Director de RNE en Canarias