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Neoliberalismo escolar > Luis Alemany

Publicaba la prensa española del lunes último que el informe PISA incentiva el conocimiento del neoliberalismo económico por parte de los adolescentes, valorando -en función de él- la suficiencia discente de los escolares; de tal manera que la mayor capacidad del alumno por desentrañar, aprender y aplicar (en esa progresión sucesiva: supone uno) los complejos, oscuros y tenebrosos resortes de la turbia especulación económica, le merecerá mejores calificaciones en las aulas, en una -más que alarmante- prioritaria reivindicación del capitalismo salvaje en el que la Humanidad se ha sumido de manera irreversible e inexorable.

La planificación de la enseñanza no es -claro está- inocente, ni muchísimo menos, sino que (por el contrario) obedece a los acuciantes intereses políticos de quienes la llevan a cabo; de tal manera que cuando uno estudiaba la enseñanza primaria y el Bachillerato, en un colegio religioso de esta capital inerfeña, la obligadamente prescrita hora de clase semanal de la asignatura de Religión Católica (que formaba parte ineludible de los planes de estudio y de sus correspondientes sancionadores exámenes) adquiría las dimensiones de más de siete horas semanales, según el criterio de la administración ensotanada de aquel sacro centro docente: de similar manera, parece angustiosamente comprensible que en una Comunidad Europea, indecisamente dividida en su deteriorada estructura económica, se trate de fomentar (ya desde el infantil ámbito escolar) la formación técnica de incipientes alevines de especuladores, que supondrían -para los políticos que han decidido tal formación- la tranquilizadora herencia de un futuro mercantil que debe restañar (a través de esa esperanzadora savia nueva) las grietas que se le han infligido a un sistema económico que se debe restaurar con la mayor solidez posible.

En cualquiera de los casos, no deja de resultar significativamente contrtadictoria esta planificación docente, frente a la también adoptada -hace algún tiempo-, desde el Ministerio de Educación, con la propuesta de que en las Facultades de Economía deberá incorporarse una asignatura de Ética; porque no puede uno por menos de pensar que los escolares hispanos desbravados en el hirsuto neoliberalismo vigente en este país (en Europa, en el mundo, en la galaxia) tendrán muy difícil el posterior aprobado de la asignatura de Ética que se les va a exigir (al menos desde la teorética académica) en la Universidad: algo así como educarse infantilmente en la cocina vegetariana y tratar de acceder a la antropofagia en la adolescencia: o -como en este caso- a la inversa.