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Pérez usa las incompatibilidades para renovar la ejecutiva regional

José Miguel Pérez, durante la rueda de prensa de ayer. | EFE

DOMINGO NEGRÍN MORENO | Santa Cruz de Tenerife

José Miguel Pérez no está dispuesto a que el control del partido se le escape de las manos. Consciente de que está agarrado al sillón de secretario general del PSOE-PSC con el pegamento del poder institucional, el también vicepresidente del Gobierno regional y consejero de Educación ha decidido configurar una ejecutiva más cohesionada.

Ayer, tras confirmar en rueda de prensa el secreto a voces de que presentaba su candidatura a la reelección, Pérez ofreció algunas pistas. La primera, que habrá una renovación profunda en el órgano de dirección. Se trata de que haya plena dedicación. “Una parte importante del partido deberá dedicarse en cuerpo y alma a la organización”, dijo. “Necesitamos una organización fuerte que dé sustento a las responsabilidades públicas”, remachó durante su comparecencia en la sede del PSC-PSOE en Santa Cruz de Tenerife.

Su idea es en realidad un mandato del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha impuesto el criterio de compatibilizar como máximo un cargo público con otro orgánico. Aplicar esta norma no es, sin embargo, una tarea sencilla. Entre otras razones, porque no está escrita y se presta a numerosas interpretaciones.

Los estatutos federales salientes del 38º congreso disponen que, aparte de las incompatibilidades específicas entre cargos y funciones, los militantes “no podrán desempeñar simultáneamente” más de dos cargos orgánicos ejecutivos, salvo que sean inherentes o derivados del cargo o función principal. Asimismo, ningún cargo orgánico ejecutivo podrá ser ocupado por la misma persona durante más de tres mandatos consecutivos. Todo lo demás queda en el aire.

Después de ganarle la partida a Carme Chacón en Sevilla, Rubalcaba se ocupó de poner orden en las estructuras territoriales del PSOE, pero sus afines han ido perdiendo en los sucesivos congresos regionales. En Canarias, los críticos -que no son pocos- se han replegado para evitar daños colaterales en los distintos niveles de responsabilidad pública derivados de la alianza con los nacionalistas.

En esa estrategia, Pérez Rubalcaba había depositado su confianza en la conferencia política, prevista en un principio para antes del verano y retrasada finalmente hasta 2013. Así las cosas, el líder socialista no quiere que Canarias sea una complicación añadida. Por eso, Rubalcaba ha tomado cartas en el asunto. Quizá no por casualidad, la puesta en escena de ayer se producía semanas después de una visita a las Islas del secretario general federal. Ese gesto se transmitió como un espaldarazo a un reticente José Miguel Pérez, que tenía desconcertados a propios y extraños.

Resuelto el entuerto, surgen dudas sobre la manera en la que va a ejecutar su plan. De aplicarse a rajatabla la doctrina de Rubalcaba, unos cuantos dirigentes regionales quedarían inhabilitados para continuar al menos si no varían las actuales circunstancias.

A expensas de los juegos de equilibrio entre las diversas sensibilidades del PSC-PSOE , son prácticamente seguras las bajas de la presidenta, María Dolores Padrón -además de por su doble condición de concejal en el Puerto de la Cruz y diputada autonómica, por una confesa incompatibilidad personal con Pérez-; Alpidio Armas, presidente del Cabildo de El Hierro y diputado autonómico; Pedro Martín, alcalde de Guía de Isora y parlamentario; Aurelio Abreu, senador, consejero en el Cabildo de Tenerife y presidente de la gestora insular del PSOE, y Guadalupe Mora, teniente de alcalde de El Rosario y consejera del Cabildo.

Según fuentes internas, tampoco está garantizada la permanencia en el equipo del consejero de Presidencia, Justicia e Igualdad del Ejecutivo canario, el diputado Francisco Hernández Spínola, ni la del secretario de Organización y vicepresidente del Parlamento, Julio Cruz.