sin complejos > Fernando Fernández

Puñetazo en la mesa de Mariano > Fernando Fernández

No es el presidente del Gobierno persona caracterizada por sus reacciones precipitadas ni por tener un carácter irascible. Su natural tendencia a dejar que los acontecimientos maduren ha sido utilizada por sus adversarios y por sus enemigos, fuera y dentro del PP, respectivamente, para extender la idea de que es en cierto modo un bon vivant al que gusta fumar un buen habano, leer el Marca o disfrutar de una actividad deportiva cómodamente sentado en el sillón de su casa. Creo que nadie podría decir que ha escuchado a Mariano dar un grito a alguien. Mas bien, cuando está disgustado o contrariado se vuelve más reservado de lo que ya es habitualmente, rumiando y tragando para dentro su malestar.

Pero que nadie se equivoque, dije aquí que Rajoy es un resistente, duro como el pedernal y, como él mismo ha repetido varias veces, es independiente y ha llegado a la cima sin deber favores, sin hipotecas y sin cadáveres en el armario. En esto, y solo en esto, tiene un rasgo común con Adolfo Suárez y, como a éste, es seguro que hay mucha gente importante en eso que llaman los círculos del poder en la capital del reino, acostumbrada a influir en las decisiones, que en algún momento tendrá la tentación de pasarle factura. Con la salida de Rodrigo Rato de Bankia, sin levantar la voz Rajoy ha dado un puñetazo en la mesa y ha enviado un mensaje en múltiples direcciones para que sea entendido por quien aún no se ha enterado de qué va la cosa. Hará lo que sea necesario si cree que lo debe hacer para alcanzar su objetivo, que no es otro que sacarnos de la crisis, reactivar la economía y empezar a crear empleo. Si lo logra, volverá a ganar las elecciones y, si no, se dirá que fue una víctima más de la crisis y se volverá a su casa sin hacer ruido. Para lograrlo se ha rodeado de un gobierno con pocos ministros, todos de su máxima confianza y dispuestos a quemarse a lo bonzo en el fuego de las reformas y de los ajustes, que Rubalcaba y sus comandos llaman recortes en el Estado de bienestar. Entre los ministros, hay un primer círculo dentro del que están Margallo, Montoro, Miguel Arias, Ana Pastor y Soraya, en el que cada quien juega un papel diferente y específico. Y por fuera los demás. Todos saben que podrían ser sustituidos en la segunda mitad de la legislatura, pero el núcleo central llegará hasta el final, con la excepción de Arias, cuyo destino es la Comisión Europea en Bruselas. Soria saldría solo en función de cómo evolucione el factor Antona. La vicepresidenta mejora por días y se va forjando una solidez muy destacada. La ministra de Fomento garantiza una gestión impecable de la escasez y no permitirá alegrías en el gasto del ministerio inversor por excelencia. Margallo remendará el desastre de sus predecesores en la dirección de la política exterior y para ello cuenta con su dominio de los temas en Europa e Hispanoamérica, con su relevante inteligencia y un sentido del humor, irónico siempre, que dará mucho juego. Cristóbal Montoro estuvo cuatro años en Bruselas como eurodiputado y es responsable de Hacienda y de la reforma de las administraciones públicas. La Comisión Europea acaba de decir que el equilibrio fiscal pasa por poner orden en el gasto de las administraciones periféricas y, para eso, Montoro dirige un auténtico superministerio, factoría de muchas de las reformas de cada viernes, del que dependerá el éxito o el fracaso de Rajoy. Con la caída de Rato, a su manera Rajoy ha dicho muy claramente que está dispuesto a todo y no le temblará la tijera.