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Sentido común y estética

El uso indiscriminado de los identificadores será una de las cosas que regulará la nueva ordenanza. / C. M.

NATALIA TORRES | Santa Cruz de Tenerife

Un Santa Cruz lleno de carteles luminosos al puro estilo de la londinense Picadilly Circus es algo que los vecinos del municipio no verán, primero porque no es el estilo de la publicidad que hasta ahora ha predominado y segundo porque la nueva Ordenanza de Paisaje Urbano que prepara la Gerencia de Urbanismo no lo permitirá. La unificación de criterios en cuanto a publicidad, identificadores y ubicación de espacios como las vallas de publicidad y la seguridad que se deriva de estas instalaciones es lo que busca esta nueva normativa cuya parte jurídica está casi terminada para su posterior exposición pública. El concejal de Urbanismo, José Ángel Martín, explica que esta normativa surgió en un primer momento “para regular una situación alegal como es la de las vallas de publicidad, pero a medida que hemos ido avanzando en el tema hemos visto que podíamos contar, además de con una normativa en publicidad como tienen casi todos los municipios de España, con una ordenanza paraguas que recogiera distintos tipos de cosas de cara al futuro. Un cajón donde regular todo lo que afecte al paisaje urbano”.

Los técnicos implicados en el desarrollo de esta normativa reconocen que Santa Cruz no es una ciudad “desordenada” en lo que a cartelería o identificadores de comercios se refiere, algo que en la nueva ordenanza va a seguir las pautas que se han venido siguiendo hasta ahora. Sin embargo, sí que aclaran que “vamos a ser muy exigentes con aquellos comercios que llenan sus escaparates de arriba abajo con pegatinas que promocionan su actividad tipo centros de estética o “compro oro” porque consideramos que no son identificadores y que sí son publicidad. Eso lo vamos a acotar”.

Conjuntos históricos

Especial cuidado es el que va a tener esta normativa con los edificios catalogados y la zona de conjuntos históricos así como también con el suelo rústico (donde está todo prohibido, aclaran los técnicos). Explican los especialistas de la Gerencia de Urbanismo que “en este apartado, nos hemos puesto de acuerdo para que la ordenanza tenga un carácter transitorio hasta que se aprueben los planes especiales porque estos tienen que recoger lo que nosotros regulemos con la ordenanza”. Un ejemplo de lo que pasa actualmente es el barrio de El Toscal, concretamente con la calle de La Rosa. “Cuando tengamos esta ordenanza, esa calle dará un cambio espectacular porque pondremos un poco de orden en el caos visual que supone sus identificadores y cartelería”, señala Martín.

Precisamente uno de los problemas con los que se encontró esta ordenanza es que el conjunto histórico de El Toscal se limita a la mitad de la calle La Rosa, por eso, señalan los técnicos, “nosotros hemos planteado unos ámbitos de influencia en los conjuntos históricos, porque lo que no tiene sentido es que a efectos de cartelería, publicidad, hasta un punto tenga un tratamiento y justo a partir de ahí sea como en el resto de la ciudad. Le hemos echado sentido común y estética”.

Pero sin duda, para lo que será realmente efectiva esta ordenanza, aseguran desde Urbanismo, es para toda la obra nueva, en la que se va a exigir que dentro del proyecto ya exista un espacio para publicidad, de forma que de antemano ya se sepa dónde van los rótulos.

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300 vallas

Solo dos de las agencias de publicidad más representativas del sector en la Isla, de las 22 con las que se ha reunido Urbanismo, cuentan con 300 vallas publicitarias dentro del municipio, muchas de las cuales están ocupando suelo del Ayuntamiento, por lo que, sorprendentemente, no pagan ningún tipo de tributo. Esta situación de alegalidad, en la que se montan vallas de la noche a la mañana o que permanecen durante años instaladas sin ningún tipo de supervisión, es lo que llevó a la Gerencia de Urbanismo a regular esta actividad. “No es una cruzada contra las vallas”, afirman desde Urbanismo, “pero sí un compromiso con la seguridad”. “Garantizamos la seguridad estructural de la valla, que cuando hace viento no se caiga y que donde estén ubicadas no sea un peligro”, afirma José Ángel Martín. Con la nueva ordenanza lo que se plantea es que la renovación de la autorización se haga cada cinco años, de forma que vaya acompañada de un certificado de seguridad estructural, en definitiva, de un proyecto técnico y siempre teniendo en cuenta que los espacios públicos tendrán que salir a concurso.

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