después del paréntesis > Domingo-Luis Hernández

Sevilla-París > Domingo-Luis Hernández

Un miembro destacado del PP concedió razón al impetuoso Nicolas Sarkozy cuando, para defender su posición electoral en Francia, dijo y repitió hasta la saciedad y el aburrimiento que su política era el modelo frente al modelo socialista que dejó a España en el vagón de cola y a punto de descarrilar. Así ocurrió aquí por mor de los amigos de su contrincante, François Hollande, y ya verían los franceses si por los votos se portaran mal.

De las maledicencias y salidas de tono del tal Sarkozy caben varias reflexiones. La primera debe poner en su sitio la desmesura, esa que aprovechó para restar votos a la ultraderecha de Francia hace cinco años y ahí lo tenemos hoy, con la ultraderecha subida a las barbas y un futuro que no digamos.

La segunda tiene que ver con la desconsideración y la molicie que no depara respeto ni a su contrincante político ni a un país vecino con el mismo proyecto de Europa que su país. Lo segundo en otras ocasiones y circunstancias hubiera sido suficiente para declararle la guerra a Francia. Ahora no. Ahora la sonrisa del PP aprueba. Sarkozy tiene razón. El PSOE donde quepa.

Oímos hace unas semanas a otro dirigente del PP decir que Andalucía era la vergüenza de Europa. ¿Por qué? Porque los andaluces, con su voto soberano, decidieron detener allí la mancha azul del PP. ¿Por qué vergüenza, entonces? Porque la única razón que se concede la ultraderecha de Europa ahora es el poder, aunque para ello radicalice su posición unificadora.

Curioso: la noche en que se conocieron los resultados de las elecciones presidenciales de Francia, el pasado domingo, un representante del partido de Sarkozy (la UMP, Union pour un Mouvement Populaire) en España dijo que lo que había ocurrido ese día era la “andalucización” de Francia. Otro comentó que Hollande no ganó las elecciones; las perdió Sarkozy. Extraordinario. La coincidencia Sarkozy-PP , PP-Sarkozy no lo es por el valor ínsito del voto, de la voluntad popular y de la calidad de la democracia, lo es por la confirmación del poder dicho. El poder, pues, no reafirma la democracia; asegura la parcialidad de los votantes.

Eso es Europa ahora. No hay razones dialécticas y tal asunto nos lleva a considerar una idea atroz de los deberes y de los derechos de los ciudadanos, con la capacidad de decidir en su punto. Conforme impone la señora Merkel y quienes la siguen, esa capacidad es relativa. El libre albedrío es una ensoñación de la Biblia que aquí no se cumple. El Estado se impone. Pero no el Estado de los ciudadanos sino el Estado ocupado por los elegidos intocables, cual enseñaron Stalin, Hitler, Franco, Castro, Chávez… Para eso sirve la libertad ahora: para mover la cabeza en señal de asentimiento y para aceptar sin reparos la tutela. Democracia tutelada, que no es democracia, es la exigencia, porque los que mandan saben, tú eres un paria de la Naturaleza.

Luego, Andalucía es la vergüenza de Europa, a la que se une Francia. ¿Y ahora qué? Si el voto no tiene valor en sí, ¿qué le impondrá Europa/Merkel a Hollande?, ¿la Cruz de los Caídos para que le duela? ¿Qué le dirá Rajoy a Hollande cuando se encuentre con él por los pasillos, que espera otra huelga general por culpa de sus amigos los socialistas.

No existe democracia real en Europa. De ahí que en las campañas electorales o mientan como bellacos, repitan sobre los púlpitos “yo” y “yo” y “yo” (cual gritaba Sarkozy), hagan guiños a posiciones racistas y antidemocráticas o anden de campaña sin campaña (como hizo el PP en España y hace Merkel en Alemania) sin que les importe un bledo lo que les debe importar.
No existen en Europa Estados como tales, existen Estados intervenidos. Reales unos (Grecia, Portugal, Irlanda…), de facto otros (España, Francia…).

Luego, ¿qué le resta a la ultraderecha de Europa para concederse razón?, ¿expulsar a Andalucía de España, a Francia de Europa?, ¿o crear Andalucías y Francias paralelas a su capricho? ¿Qué ocurrirá con Rajoy y los suyos cuando en setiembre del próximo año la señora Merkel pierda las elecciones y Alemania sea gobernada por la coalición socialdemócrata y verdes? ¿Saldrán de luto a la calle y con crepones, encargarán una misa de tres capas a Antonio María Rouco Varela por la desgracia, o harán votos para que la Merkel vuelva al Este, se haga fuerte allí y desde allí redima con sus dogmas a los descarriados?

En Europa y este país no precisamos sólo reformas políticas urgentes e inminentes; ahora más que nunca necesitamos ajustes democráticos profundos y, lo que es peor, morales.