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Sí, se llama pleito insular > José Carlos Alberto Pérez-Andreu

Solo a un ingenuo como al bueno de José Miguel Pérez se le ocurre entender como superadas las rencillas entre las islas capitalinas de nuestro Archipiélago. Incluso con fases de mayor o menor duración, el pleito insular ha seguido y seguirá latente, al menos, durante un buen puñado de años más. Este recurrente encontronazo entre Tenerife y Gran Canaria ha sido, históricamente, una escenificación más de la encarnizada lucha que sostienen determinados poderes económicos y políticos en nuestro entorno. Y, además, una manipulación a calzón quitado de todos los canarios. Y si hubo un pleito insular sonado, ese fue el de las universidades canarias. Si bien el centro de La Laguna tenia doscientos años cuando la Ulpgc vio la luz por primera vez, en su coexistencia son hijas de Caín; hijas del pleito. Cuando el consejero de Educación propuso que desde la Ulpgc se llevara la matriculación de los alumnos de La ULL, se pasó por alto varias cosas. La primera, la autonomía universitaria; la segunda, la obvia susceptibilidad de la ULL que a finales de los 80 fue saqueada y expoliada de todos los centros de los que era propietaria en pro de una no nata Ulpgc.

Incluso siendo rentable económicamente para la ULL que desde la Ulpgc se lleve su matriculación, hay decisiones que no se pueden tomar sin consultar de antemano. Entre otros asuntos, porque la determinación te explota en las manos. En este caso, junto a Eduardo Doménech (rector de La Laguna) el primero en posicionarse fue el alcalde de la plaza universitaria Fernando Clavijo. Tras ellos, el Cabildo de Tenerife, el Ayuntamiento de Santa Cruz y hasta cargos tinerfeños del PSC-PSOE, que le exigían a su secretario general, además que vicepresidente del Gobierno de Canarias y consejero de Educación, que diera marcha atrás cuanto antes. Doménech ha tenido que aguantar que lo llamen pleitista ante su asombro, únicamente, por exigir la propia capacidad de decisión que se le reconoce a su Centro. Hoy, ya parece que cada institución gestionará lo suyo.

El pleito universitario, el de la sangre que tan de cerca vivimos en la Cadena COPE, el desequilibrio sanitario que del que dio fe el desaparecido y querido Adán Martín (y que nunca se ha reconducido), el también desequilibrio en carreteras… En fin, en una tierra donde más que dividir, se ha duplicado absolutamente todo para contentar por igual a los poderes económicos y sociales, se ha hecho imposible decidir alegremente. Aunque muchos quisieran ahora que el pleito estuviera solucionado no lo está, ni lo estará. El trabajo que queda por delante en los próximos años no es el de solventarlo, sino el de no avivarlo. Y la única clave existente para esto es tener la sensibilidad política y el sentido común suficiente para no sentenciar en favor de una parte y en contra de la otra. Lo que hoy toca no es gritar a los cuatro vientos que el pleito es cosa del pasado, de cara a tomar decisiones arbitrarias. Lo que toca es sopesar con infinito cuidado una realidad que existe y de qué manera. Con la que está cayendo no se admiten mandatarios en la inopia. Y para muestra un botón.

*josecarlosalberto@gmail.com
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