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Un cruce de caminos en pleno corazón del Valle de Aridane

La vista de La Montaña de La Laguna pone de manifiesto la importancia que tiene el cultivo del plátano en todo su entorno. / DAVID SANZ

DAVID SANZ | Los Llanos de Aridane

Uno de los barrios con más solera de Los Llanos es, sin duda, La Laguna. Un cruce de caminos entre los municipios del Valle de Aridane, una bisagra entre el mar y la cumbre, que acumula, gracias a este mestizaje geográfico, una historia repleta de costumbres y tradiciones que le dotan de una personalidad muy marcada y un continuo avance socioeconómico.

El nombre de La Laguna, que tiene referencias históricas desde el siglo XVII, fue adoptado definitivamente en los años cincuenta del siglo pasado. Previamente, a este pago se le denominaba La Laguna de Tajuya. Para evitar confusiones con el núcleo de El Paso, se optó definitivamente por La Laguna.

El centro de la localidad está bien marcado por la antigua venta de Doña Rosario, como todavía se le conoce hoy por los lugareños. Un antiguo colgadizo, que forma el auténtico nudo urbano que dota de sentido al barrio. Cuentan que el topónimo procede de una gran charca que se formaba junto a este cruce cuando corría el barranco.

Pocas edificaciones históricas se conservan en el barrio y sus señas de identidad hay que buscarlas, sobre todo, en su sistema socioeconómico, que ha descansado tradicionalmente sobre la agricultura, y en sus expresiones festivas. La llegada del agua en los años treinta del siglo XX fue determinante, dejando atrás una agricultura de secano predominante para cultivar primero caña y tomate y, después, el plátano, que es lo que abunda en la zona junto con algo de aguacate.

La propiedad de la tierra está muy repartida en pequeñas parcelas, gracias a las remesas que “mandaban desde Venezuela los maridos”. “La mujeres preferían pasar hambre y ahorrar para comprar una parcela”, aseguró Marcelino Rodríguez Ramírez, presidente de la Sociedad Velia y reputado etnógrafo del grupo Baile Bueno. “Con una fanega antes vivía muy bien una familia. Ahora no”, sentenció. De hecho, buena parte de las plataneras que se encuentran en el vecino municipio de Tazacorte son de propiedad de los habitantes de La Laguna, a excepción de las explotaciones mayores.

Vida cultural

La presencia dominante del mundo rural no fue condicionante para el desarrollo de una intensa vida cultural , de la que sigue siendo testigo fiel la Sociedad Cultural Velia, que nació en 1932, con un protagonismo destacado de las mujeres, o la existencia de la escuela desde 1875.

Las fiestas de la Cruz y de San Isidro Labrador son también una muestra muy señalada del ambiente cultural de este pueblo. A día de hoy, están viviendo estos festejos de mayo, que los mayores del lugar denominan también como “la Patrona chica”, en referencia a que son el preludio de las fiestas principales de Los Llanos de Aridane en honor a Nuestra Señora de Los Remedios. “Cuando se iza la bandera de La Patrona, baja el gallardete de la montaña de La Laguna”, explicó Rodríguez.

“Muchos bizcochones se hicieron para poder construir esta Iglesia”, aseguran los vecinos. / DAVID SANZ

Pero si hay una obra colectiva de la que los habitantes de La Laguna de Los Llanos de Aridane se pueden sentir muy orgullosos es de la edificación del templo parroquial de San Isidro, cuya primera piedra se instaló en junio de 1966 y se realizó íntegramente con la aportación económica y la mano de obra de los vecinos.

“Mucho bizcochones se hicieron para construir esta Iglesia”, comentan los vecinos, en referencia a que se realizaban estos dulces para luego venderlos y sacar dinero para el templo. Así Celso Brito González, vecino de la zona, recuerda “las enormes cafeteras que traían las mujeres a los hombres que trabajan duramente en la edificación y, las que vivían más lejos, bizcochones que eran muy buenos”.

Pero las mujeres hicieron mucho más que repostería. Según cuenta DIARIO DE AVISOS en su edición del 23 de julio de 1971, “las mujeres vienen realizando labores propias de los hombres en un noble intento de darle fin al templo que levantan en honor de su Santo Patrón Isidro Labrador. Los hombres, como es lógico, también trabajan pero ello no ha sido suficiente, ya que la obra lleva largos años en construcción. El trabajo femenino, principalmente está consistiendo en ayudar a cargar camiones de rocas eruptivas dejadas por el volcán de San Juan el año 1949, pese a que estas rocas estropean las manos grandemente”.

Las mujeres vuelven a ser protagonistas en el desarrollo social y cultural de este pago de Los Llanos como en la fundación de la Sociedad Velia.

Un barrio en la encrucijada, hecho del esfuerzo colectivo

Desde el centro parten distintas direcciones. No es extraño por ello que en pleno cruce hubiera antiguamente una venta, cuyo inmueble aún se conserva. En ese establecimiento llegó a trabajar uno de nuestros informantes, Petronilo González, durante trece años. Allí llegaba la correspondencia del barrio y se instaló el primer teléfono con que contó La Laguna. Con el tiempo, la iglesia de San Isidro se ha convertido en el icono de este barrio, que disfrutó de escuela desde el siglo XIX.