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Aurelio González: “Defender nuestra cultura no es política, sino sentido común”

El director General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Ejecutivo regional, Aurelio González. | CRISTINA GONZÁLEZ

SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife

Al frente de la Dirección General de Cooperación y Patrimonio Cultural del Ejecutivo regional, Aurelio González entiende su labor desde una doble perspectiva: dar respuesta a la población que demanda cultura y, sobre todo, atraer hacia este ámbito a la ciudadanía que se mantiene alejada. En esta entrevista con DIARIO DE AVISOS, González considera además irrenunciable fomentar, desde el conocimiento, un corpus cultural identitario. Que no viene a ser otra cosa que volcar nuestra mirada en las manifestaciones culturales que se han dado y se dan en el Archipiélago. Algo que, muy lejos de cualquier tentación patriotera, considera la mejor forma de interpretar el mundo.

-¿Cómo concibe Aurelio González la gestión de aspectos tan amplios, y a menudo intangibles, como los de su dirección general?

“Sí, en patrimonio cultural caben muchas cosas. Asumo la gestión, conservación y difusión de ese patrimonio, al tiempo que todo lo relacionado con el mundo del libro. Mi propósito es doble: dar satisfacción a lo que demandan los consumidores habituales de cultura, pero además, y quizás más importante, contribuir a que se impliquen todas las personas que hasta ahora son ajenas a ella”.

-¿Por dónde pasan los retos que debemos alcanzar en este campo?

“Aparte de fomentar ese interés por la cultura y su consumo, se trata de crear una conciencia, un corpus cultural identitario. Canarias tiene motivos suficientes para construir un territorio con personalidad cultural propia. Se han conseguido muchas cosas, pero quedan más. Padecemos una manifiesta insensibilidad por el pasado, y a nuestras acciones hemos de imprimirle un elemento didáctico que despierte esa sensibilidad, sobre todo entre los más jóvenes. Ése es el camino, y en esto no hay que buscar connotaciones políticas ni partidarias. Sentirnos orgullosos de nuestra cultura es construir un futuro más próspero y libre”.

-En un tiempo marcado por la crisis y los recortes, ¿esas líneas de actuación no pueden quedar en mera declaración de intenciones?

“Qué duda cabe que la gestión cultural hoy está condicionada por las penurias económicas. Son tiempos en los que tenemos que adaptarnos, pero no para renunciar a proyectos y objetivos. Intentamos hacer lo mismo que hasta ahora, o más, pero de otra manera. Y el camino es reducir los costes. Aquí surge la pregunta de cómo es posible mantener esa gestión con menos presupuesto. Y sí, dedicamos mucho tiempo a regatear, a negociar un presupuesto determinado. Por fortuna, hallamos a menudo la comprensión de los agentes culturales, de quienes colaboran con nosotros, que han adecuado sus presupuestos a los tiempos. De esta experiencia podemos sacar conclusiones para el mañana. Quizás antes recurrimos en exceso al dinero, por lo que la austeridad de hoy debe fijar el comportamiento futuro”.

-¿Pero entiende ese malestar, esa crítica al hecho de que, cuando toca apretarse el cinturón, quienes elaboran los presupuestos públicos fijan siempre su mirada en ámbitos como el de la cultura?

“Ése es un debate diario. Quienes asumimos la cultura como compromiso, y hemos vivido de ella, para ella y con ella, le damos el valor que tiene: motor de progreso y liberación de los pueblos. Pero en momentos críticos como los de hoy, cualquier mente sensata reconoce que hay prioridades: salud, educación, vivienda, empleo, atención a la gente sin recursos… Así, nos debatimos entre la acuciante realidad y la gestión de los pocos recursos existentes, con la esperanza de que todo cambie a mejor”.


-En todo caso, ¿cuáles son ahora sus prioridades?

“Las prioridades se fijan, pero el logro de los objetivos hay que secuenciarlos. Es prioritario despertar cada día más interés por la cultura, y aquí insisto en el fomento de la lectura, para lo que no son necesarios demasiados dineros. En patrimonio, debemos convencernos de que no podemos entender el presente si no conocemos el pasado. Y tampoco sentirnos orgullosos de lo que somos si no tenemos consciencia de lo que hemos sido. En suma, tenemos que esforzarnos para que el canario conozca esa realidad multifacética, histórica, cultural, lingüística, gastronómica, musical, etnográfica, teatral… para luego poder entender el mundo. Carlos Fuentes decía que ‘no hay globalidad que valga sin localidad que sirva’. Y esto, subrayo, no es un planteamiento político, nacionalista, sino más bien sentido común”.