el ensayo >

Creer > Tomás Gandía

Nada se logra sin esfuerzo y sacrificio, cuyo móvil es la fe inquebrantable en el resultado final. El secreto del triunfo de Cristóbal Colón estuvo en su permanente ilusión para arrostrar los formidables obstáculos morales y materiales que parecían imposibilitar su épica empresa.

Ni la furia de los elementos, menos temible que la de las sublevadas tripulaciones, ni las insidiosas voces del instinto de conservación que evocaban a la incertidumbre en los momentos de angustia, lograron rendir la gigantesca voluntad de aquel hombre extraordinario, que estaba resuelto a continuar adelante a toda costa.

Muchos por desgracia navegan sin timón por el mar de la vida. Sin propósito ni energía ni ideal ni carácter van a la ventura como madero empujado por las olas. Están a merced de las circunstancias. Sus potencias y facultades carecen de punto de aplicación, y son como vapor de agua desvahído en la atmósfera. Una caja de herramientas sin artesano que las maneje no sirve de nada, y una cabeza con muchas facultades intelectuales no es más que una de utensilios sin el mecánico del propósito firme, de la fe constante en el ideal.

A lo largo de las costas del océano de la existencia observamos soberbios barcos magníficamente construidos y con toda esplendidez equipados, pero imposibles de poner a flote.

Vemos a nuestro alrededor náufragos de la vida que se dejaron arrastrar por la marea o se desviaron de la corriente al tropezar con cualquier impedimento, como se desvía el objeto caído en el barranco al chocar con un guijarro. La falta de decisión es mucho peor que la precipitación. Quien dispara un arma sin control tiene alguna posibilidad de dar en el blanco, pero nunca acertará en él quien no la dispara.

Se escucha decir que la indecisión es una de las patologías o enfermedades de la voluntad. Hamlet es un notable ejemplo. Shakespeare representa a su protagonista con manifiesto desequilibrio entre las facultades prácticas y especulativas de su mente. Quien sólo ve las cosas por un único lado, bajo aspecto exclusivo, puede fácilmente decidirse y saber qué camino tomar.

Pero Hamlet observa todos los pormenores de la cuestión que le preocupa, y su pensamiento se encuentra llena de temores, conjeturas, recelos y sospechas. No es capaz de decidirse.
No sabe si creer o no que el espectro sea el del espíritu de su padre.