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El banco del Estado > Domingo-Luis Hernández

El ministro Luis de Guindos dijo que él que es un liberal reconocido, y como adepto irredento del ultra liberalismo económico, sin embargo ha de aceptar que España posea hoy un banco, merced a la nacionalización de la entidad que fue de doña Esperanza Aguirre, es decir, de Bankia. No lo pretendía, pero qué le vamos a hacer. Sus convicciones económicas, al lado de las convicciones económicas que fueron de la impar doña Margaret Thatcher, no lo admitirían, pero es, y ante el ser no queda otro remedio que transigir.

Tenemos banco, pues. ¿Para qué? No se sabe. Por eso de inmediato otras correligionarias suyas, función de portavoz incluida, se apresuraron a informar que no era tanto. Y con semejante certidumbre clavada en los oídos, es inevitable volver a la figura: el cinismo del ministro Luis de Guindos, ese que debería de cumplir condena por sus contribuciones europeas a Lehman Brothers y no contar con cartera, el cinismo se representó en la sonrisa de oreja izquierda a oreja derecha mientras tal cosa decía.

O sea, ni banco del estado ni cosa que se le parezca. El ultraliberalismo echa mano del dinero público cuando ha menester. Y eso ha ocurrido: 24.000 millones de euros. Y tal cosa nos trae al canto dos argumentos. Uno: el partido político que ocupó siete años de oposición en derribar a un gobierno porque no sabía gobernar, frente a ellos que (indudablemente) lo harían mejor, llega al poder con mayoría absoluta sin el más mínimo apunte de un plan. Ni una pobre hoja.

No es que los primeros presupuestos de su era causen risa, es que hubieron de ajustarlos a la semana siguiente. Y la cuestión es que ellos saben, pero es que hay culpables fuera de los recintos del gobierno. Algunas de esas afirmaciones producen un jolgorio irreverente, y mira que no anda la cosa como para festejos. Luego, cuando Europa nos intervenga (porque no quedará otro remedio) el PSOE no levantará la cabeza de la almohada de aquí a cien años.

Estaba previsto, pues, el desastre de Bankia, el banco de doña Esperanza Aguirre, que quiebra gracias a la labor del PSOE, no del Consejo de Administración que precedió al Consejo de Administración que eligió doña Esperanza.

La cuestión es, claro, que lo que se hunde hay que reflotarlo y eso cuesta euros.

¿De dónde sacará el PP la millonada dicha? Más aún, ¿de donde las tres partes que quedan por resolver del precio del ladrillo impagado de la banca española?

La segunda cuestión tiene relación tangencial con la primera, pero ahí te quiero ver.

Resulta que los asalariados de España nos hemos convertido en los subsidiarios del rescate del estado moribundo de España.

Lo hacemos con la subida del IGIC (para asombro de Europa) y con rebajas importantes del salario de los funcionarios. Luego, los asalariados de España no sólo somos contribuyentes (como en todo país civilizado, a excepción que fue de Grecia) sino redentores.

El PP niega la comparecencia pedida en el Congreso por el gobernador del Banco de España Fernández Ordóñez y bloquea todos los intentos de explicar e investigar el caso Bankia. ¿Con qué derecho se impone el secreto, la censura, a expensas del dinero que a cada uno de nosotros nos restan para su uso indiscriminado? ¿Qué teme el PP que se descubra? ¿De qué modo le afectará lo que se descubra? El mentado ministro Luis de Guindos sostiene que la prima de riesgo de España guarda relación directa con las dificultades de Europa y con el desastre de Grecia (que él contribuyó a tapar en su momento).

De nuevo risas. Y otra cosa: en cualquier país de la Europa que él ama o de EE.UU. en una semana estaría resuelta semejante investigación.

Luego, ¿cómo se tomará Europa la negativa del singular don Mariano Rajoy, a la sazón Presidente del Gobierno de España, a investigar el “caso Bankia”?, ¿darán pábulo a la credibilidad de este estado o andan por ahí muriéndose a carcajadas por no llorar amargamente?

Hablé de cinismo al inicio de esta página y no es meritoria la palabra. Me viene al caso una conferencia de mediados de los años 60 de José Luis L. Aranguren, donde hablaba de la “ética de la alteridad”, es decir, del preceptivo y obligatorio comportamiento ético del estado.

Subrayo: ningún conducta política ha de desmovilizar, impedir u obstaculizar el compromiso ético y moral fijado por el profesor Aranguren.

Ni más ni menos. Y el más y el menos nos da razones para calificar este caso: el comportamiento visto del gobierno del PP es absoluta y radicalmente inmoral.

¿Nos echarán a los leones como en el antiguo circo romano? No es pesimismo lo que propongo; aduzco que nos están haciendo vivir el más radical e impúdico de los disparates. País de luces en la democracia, transita hoy por la más hiriente senda de las tinieblas, incredulidad dicha y salida en tromba de capitales incluidos (como en Grecia).