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El banco ‘malo’ > Jorge Bethencourt

Conforme pasan los meses previos a la llegada del Apocalipsis, le voy tomando más y más respeto intelectual a la figura de Luis de Guindos, ministro de Economía y Desastres Financieros. Me asombra, entre otras habilidades, el grado de perfección que ha logrado en la capacidad de interpretarlo todo de la peor manera posible.

En el origen de este infierno que vivimos hoy, como uno de sus desencadenantes (aunque no el único) está una cosa que se llaman valores respaldados por activos. Se trata, muy genéricamente, de una serie de subproductos fabricado por los bancos que reunían en un solo paquete algunas hipotecas y otros créditos y procedían a vendérselo a inversores lo suficientemente avariciosos o mal informados. Los pufos fueron pasando de mano en mano en una escapada hacia ninguna parte.

La ingeniería aplicada a estos productos financieros fue tan sofisticada que algunos expertos consideraron que a esta gente en vez de fusilarla habría que ponerla a dirigir los destinos del planeta. Lo que pasa es que la economía primitiva, la que produce bienes y servicios, tiene muy poco que ver con ese capitalismo financiero de alambicadas e incomprensibles triquiñuelas. El humo es humo. Y la carne a la parrilla es otra cosa. Aunque una cosa produce la otra y qué se le va a hacer.

En España están operando ahora fondos buitres. Para que me entiendan, gente que representa a otra gente que tiene dinero líquido en un mundo en el que lo que más abunda son deudas y apuntes contables. Y como los buitres, de los que toman un adecuado nombre, esos fondos planean sobre los paisajes desolados de las crisis esperando oportunidades.

Enlazando con mi ministro favorito, Luis de Guindos ha deslizado alguna vez la posibilidad de crear un banco malo. O mejor dicho, uno más malo que los ya existentes. En ese banco o sociedad se concentrarían los activos tóxicos de nuestra banca, generalmente las hipotecas y créditos de alto riesgo. Y éste sería el exquisito cadáver sobre el que descenderían los fondos buitres para comprar a precio de saldo un importante patrimonio congelado por la crisis. España abrirá las rebajas de fin de temporada y los que tienen dinero de verdad -y no prestado como nosotros- se van a poner las botas a base de bien. Bueno, se lo merecen. Y nosotros también. Lo malo de ser pobre es que al final acabas pagando la hipoteca y perdiendo la casa. Y las dos cosas al mismo tiempo.

Twitter @JLBethencourt